Índice tobillo-brazo (ABI)
ABI es el método más novedoso y fiable para determinar las presiones arteriales oclusivas y de apertura más altas en las cuatro extremidades. Este sistema patentado utiliza una combinación de medición de presión y pletismografía. Este método produce la expresión más precisa y profesional del índice tobillo-brazo (ABI).
ABI es el estándar de oro para el cribado y el diagnóstico de la PAOD. A continuación se muestra el rango y la interpretación de las lecturas:
-Normal: 1 a 1,29.
-Límite: 0,91 a 0,99
-Dobligación leve: 0,71 a 0,90
-Dobligación medio-grave: 0,41 a 0,7
-Dobligación grave:
Los diabéticos presentan una excepción a estas lecturas típicas. Dado que la compresibilidad arterial es el resultado de la semiesclerosis, la presión arterial en los diabéticos es muy elevada. Por lo tanto, una lectura del ABI de 1,3 o superior podría dar lugar a un diagnóstico de mediasclerosis. Lo mismo puede ocurrir con los pacientes con deficiencia renal crónica, ya que también sufren de medioesclerosis.
Descripción general
El índice tobillo-brazo (ABI) recoge las presiones sanguíneas del tobillo y del brazo y luego compara los dos valores para determinar lo bien que fluye la sangre en el cuerpo. Este valor puede utilizarse para diagnosticar la enfermedad arterial periférica (EAP). El valor del ABI le dará una idea de cómo la P.A.D. puede estar afectando a sus extremidades, sin embargo, no indica dónde se producen las obstrucciones ni el grado en que éstas se han producido.
La acumulación de placa hace que las arterias se estrechen y endurezcan. Esta situación se denomina aterosclerosis. Cuando las arterias de las piernas de un paciente se ocluyen, esta afección se denomina enfermedad arterial periférica (EAP). El flujo sanguíneo a las piernas se ve comprometido debido a estas arterias obstruidas y endurecidas. Aunque la enfermedad arterial periférica aparece con mayor frecuencia en las piernas, también puede afectar a las arterias que conducen a los brazos, el estómago, el cerebro, los riñones y la aorta. Cuando el endurecimiento se produce en las arterias del interior del corazón, la afección se denomina enfermedad de las arterias coronarias o enfermedad cardiovascular.
La prueba del ABI se genera recogiendo las presiones sanguíneas en el tobillo y el brazo mientras el paciente está en reposo. A continuación, se indica al paciente que camine en la cinta de correr durante 5 minutos. Después de este ejercicio, se recogen de nuevo las mediciones del tobillo y del brazo.
El ABI se calcula dividiendo la lectura más alta de la presión arterial del tobillo por la lectura más alta del brazo. Los datos resultantes pueden utilizarse para determinar el grado de PAD presente. Por ejemplo, un descenso en la lectura del ABI después del ejercicio indica un nivel significativo de EAP.
Por qué realizar la prueba:
El ABI ayuda a detectar la enfermedad arterial periférica presente en las piernas.
Resultados:
La lectura del ABI ayuda a diagnosticar la enfermedad arterial periférica (EAP). Un descenso del ABI tras el ejercicio indica que puede haber un nivel significativo de EAP.
Normal
1 o 1,1 es un índice tobillo-brazo en reposo normal. Este valor indica que no hay bloqueos significativos ni disminución del flujo sanguíneo.
Anormal
Menos de 1 indica un índice tobillo-brazo en reposo anormal. Las lecturas específicas indican lo siguiente:
Menos de 0,95: estrechamiento significativo de uno o más vasos sanguíneos de las piernas.
Menos de 0,8: puede producirse dolor en el pie, la pierna o la nalga durante el ejercicio (es decir, claudicación intermitente).
Menos de 0,4: Puede producirse dolor en reposo.
Menos de 0,25: es probable que exista una EAP grave que ponga en peligro las extremidades.
Consideraciones importantes
El dolor en las piernas puede ser un factor durante la prueba en cinta rodante si existe una enfermedad arterial periférica (EAP). La enfermedad arterial que no ha sido diagnosticada puede producir inexactitudes en los resultados de la prueba.
También pueden producirse imprecisiones si el vaso sanguíneo que se está midiendo está muy calcificado. Este puede ser el caso si el paciente es diabético o sufre una enfermedad renal (es decir, insuficiencia renal). Los resultados muy anormales del ABI sugieren la realización de pruebas posteriores para localizar el lugar y la gravedad de la EAP.
Índice braquial del dedo del pie (TBI)
Propósito
La lectura se obtiene para determinar la gravedad de la enfermedad arterial periférica presente en una extremidad inferior.
La prueba se realiza utilizando un pequeño manguito de presión arterial que se coloca alrededor de un dedo del pie junto con un sensor de luz infrarroja del fotopletismógrafo (PPG). El índice braquial del dedo del pie (TBI) resultante se genera utilizando las lecturas de la presión arterial sistólica del brazo y del dedo del pie.
¿Cómo se realiza el examen?
Se colocan manguitos de presión arterial alrededor del brazo y del dedo gordo del pie del paciente y se le pide que adopte una posición reclinada. Una vez recostado, los manguitos del paciente se inflan por encima de la presión arterial sistólica normal y luego se desinflan. Las mediciones se realizan tanto en el brazo como en el dedo del pie utilizando el instrumento Doppler (PPG). La presión sistólica del dedo del pie se divide entonces por la presión más alta del brazo para generar una lectura de TBI para cada pierna.
0,75 TBI se considera normal.
Qué es la enfermedad arterial periférica (PVD)
Con el tiempo, las arterias pueden endurecerse debido tanto al estilo de vida como a razones genéticas. Este endurecimiento arterial se denomina aterosclerosis. La afección produce una mala circulación y empeora con el tiempo, pero puede no ser evidente para la persona que la padece hasta más tarde en su vida. Los síntomas evidentes pueden no ser detectables hasta que la arteria se haya estrechado en un 60% o más. La razón por la que los pacientes pueden ser sintomáticos antes está relacionada con la adaptación del cuerpo al estrechamiento arterial. En respuesta a la oclusión arterial, se desarrollan arterias periféricas más pequeñas para permitir el flujo sanguíneo alrededor de las obstrucciones. Este proceso se denomina circulación colateral. Si un coágulo de sangre o un trozo de colesterol o calcio se desprende y se adentra en la arteria, se producirá una obstrucción y el flujo sanguíneo puede quedar totalmente interrumpido. La zona más comúnmente dañada por la EAP son las piernas.
¿Qué ocurre si la enfermedad empeora?
El grado de la arteriopatía periférica depende del momento en que se diagnostique y de otros factores de riesgo relacionados con el estilo de vida, como el tabaquismo, el colesterol elevado, las enfermedades cardíacas y la diabetes. Si se deja que empeore, la arteriopatía periférica puede producir problemas de circulación que causen dolor en las piernas y los pies incluso en reposo. Esta afección se conoce como dolor de reposo y suele agravarse por la noche. Bajar las piernas para permitir que la gravedad atraiga la sangre hacia abajo tiende a aliviar el dolor.
Isquemia crítica de las extremidades
A medida que la EAP progresa y la circulación se deteriora, la EAP puede conducir a una isquemia crítica de las extremidades (ICM). En esta fase, los bloqueos son tan graves que las piernas y los pies dejan de recibir el flujo sanguíneo vital para el crecimiento y la reparación. Este estado avanzado puede provocar úlceras persistentes, gangrena e incluso amputación.
¿Cuáles son los primeros signos de la enfermedad arterial periférica?
Los síntomas iniciales de la arteriopatía periférica incluyen claudicación intermitente o calambres dolorosos en las piernas al caminar. El reposo hace que el dolor desaparezca. El dolor puede ser tan intenso que afecta a la marcha normal. En algunos casos, los pacientes experimentan una sensación de entumecimiento, debilidad o pesadez en los músculos en lugar de dolor.
¿Cuáles son otros síntomas?
Los pacientes con síntomas más avanzados de arteriopatía periférica experimentarán una sensación de quemazón o dolor en los pies o los dedos de los pies mientras descansan, sobre todo por la noche al acostarse. Además, otros síntomas son los siguientes:
-Sensación de frío en los pies o las piernas
-Cambios de color en la piel y pérdida de pelo
-Llagas persistentes en los pies y los dedos que no se curan
Padecimiento de arteriopatía periférica silenciosa
Debido a que la arteriopatía periférica puede avanzar de forma relativamente desapercibida, muchas personas afectadas por la enfermedad lo desconocen y no buscan tratamiento. Las personas no diagnosticadas corren un mayor riesgo de sufrir un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular. De hecho, las personas con arteriopatía periférica tienen seis veces más probabilidades de morir de una enfermedad cardíaca que las que no la padecen. De ello se deduce que la detección de la arteriopatía periférica es vital para la salud cardiovascular.
Factores de riesgo
Las personas con riesgo de padecer arteriopatía periférica presentan uno o más de los siguientes factores de riesgo:
Fumar
El tabaquismo es el principal factor de riesgo de la arteriopatía periférica. El acto de fumar no sólo favorece el desarrollo de la enfermedad arterial, sino que el hecho de seguir fumando dificulta el tratamiento.
Diabetes
Los diabéticos tienden a tener las arterias estrechadas debido a la calcificación, por lo que corren el riesgo de desarrollar arteriopatía periférica.
Edad
Las personas de 50 años o más corren un mayor riesgo de desarrollar arteriopatía periférica. Aunque afecta tanto a hombres como a mujeres, la arteriopatía periférica es ligeramente más frecuente en los hombres.
Antecedentes de enfermedades cardíacas
Los pacientes con antecedentes familiares de enfermedades cardiovasculares son más propensos a desarrollar arteriopatía periférica.
Hipertensión (presión arterial alta)
La presión arterial alta persistente daña las paredes arteriales, por lo que los pacientes tienen un mayor riesgo de desarrollar arteriopatía periférica.
Niveles elevados de homocisteína
Algunos estudios muestran una correlación entre este aminoácido presente en la sangre y el alto riesgo de desarrollar arteriopatía periférica.
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