US Pharm. 2015;40(2):17-18.
Medicamentos que previenen los coágulos de sangre
Los medicamentos anticoagulantes se utilizan para evitar que se formen coágulos de sangre en las arterias o en las venas o para impedir que los coágulos existentes aumenten de tamaño. Aunque los anticoagulantes se denominan a veces diluyentes de la sangre, en realidad no diluyen la sangre. La función de los anticoagulantes es favorecer la fluidez de la sangre y evitar su coagulación en los vasos sanguíneos. Estos fármacos se utilizan para prevenir los infartos de miocardio, los accidentes cerebrovasculares y los coágulos en las venas de las piernas (trombosis venosa profunda) o en los pulmones (embolia pulmonar) en personas con alto riesgo de desarrollar estas obstrucciones. Los coágulos pueden bloquear el flujo sanguíneo al músculo cardíaco (provocando un infarto) o al cerebro (provocando un ictus).
Prescritos para pacientes con alto riesgo de desarrollar coágulos sanguíneos
Hay varios tipos de anticoagulantes. Los principales son la warfarina, las heparinas, los inhibidores del factor Xa y los inhibidores de la trombina. Estos agentes actúan de diferentes maneras para evitar que la sangre se coagule. No rompen los coágulos sanguíneos que ya se han formado, sino que impiden que se formen nuevos coágulos o que aumenten de tamaño.
Los pacientes a los que se prescriben anticoagulantes son los que padecen enfermedades cardíacas, problemas de coagulación, antecedentes de accidentes cerebrovasculares, intervenciones quirúrgicas recientes u obstrucciones o inflamaciones de los vasos sanguíneos que no pueden tratarse con otras terapias.
Administración de anticoagulantes
Los anticoagulantes se administran por vía oral o por inyección. La mayoría de las formas inyectables se administran en el hospital. El tipo de anticoagulante que se prescribe depende de la enfermedad que se quiere prevenir. Los anticoagulantes orales se utilizan para evitar la formación de coágulos en pacientes con sustitución de válvulas cardíacas, fibrilación auricular u otras enfermedades cardíacas, y en pacientes con flebitis (inflamación de una vena). Los anticoagulantes inyectables se utilizan a menudo para prevenir la formación de coágulos antes o después de una intervención quirúrgica importante, como la sustitución de la rodilla o la cadera.
Los anticoagulantes son medicamentos potentes, y la dosis debe controlarse estrechamente. Si la dosis es demasiado alta, pueden producirse hemorragias, pero si la dosis es demasiado baja, pueden producirse coágulos. Los pacientes que toman anticoagulantes a largo plazo deben someterse a análisis de sangre regulares del tiempo de protrombina (TP). La prueba del TP mide un valor del tiempo de coagulación que indica si debe ajustarse la dosis del anticoagulante. Sin embargo, los análisis de sangre frecuentes no son necesarios con algunos tipos nuevos de anticoagulantes.
Efectos secundarios
Los efectos secundarios habituales de los anticoagulantes incluyen malestar estomacal, pérdida de apetito, hinchazón y diarrea. Si la dosis es demasiado alta, puede verse sangre en la orina o las heces o alrededor de las encías, o pueden producirse frecuentes hemorragias nasales. Estos efectos secundarios, así como la facilidad de aparición de hematomas, heces oscuras, picor o urticaria, vómitos de sangre o dolor de espalda, deben comunicarse a un profesional sanitario inmediatamente.
Muchos alimentos y medicamentos pueden aumentar o disminuir la acción de los anticoagulantes, especialmente la warfarina. Los pacientes deben conocer los alimentos que pueden interferir con los anticoagulantes y deben evitar comerlos con frecuencia o en grandes cantidades. Sin embargo, los agentes más nuevos tienen menos restricciones dietéticas. Los pacientes deben informar a su farmacéutico y a sus médicos de que están tomando un anticoagulante. Deben tomarse precauciones antes de ciertos procedimientos médicos y dentales en pacientes que toman anticoagulantes. Muchos medicamentos de prescripción y de venta libre de uso común, como los antibióticos y los analgésicos, pueden afectar a la acción de los anticoagulantes. La vitamina K, la vitamina E, el aceite de pescado, los productos a base de hierbas, el tabaco y el alcohol también pueden afectar a la actividad de los anticoagulantes.
Uso adecuado
Los anticoagulantes son medicamentos potentes y deben tomarse exactamente como se indica. Cada vez que se surta la receta de anticoagulantes, el farmacéutico debe comprobar que la dosis de los comprimidos es correcta. Los anticoagulantes deben tomarse a la misma hora cada día, y los pacientes deben saber qué hacer si se saltan una dosis. Las formas genéricas y de marca de los anticoagulantes orales no siempre son idénticas en su efecto, especialmente entre países. Por esta razón, es muy importante llevar consigo un suministro de medicamentos anticoagulantes cuando se viaja al extranjero.