Mucho antes de que la mayoría de sus vecinos se levanten la mayoría de las mañanas, Richard Carpio está fuera ayudando a mantenerlos a salvo. Alrededor de las 2:30 de la madrugada, Carpio se sube a su coche, con las ventanas abiertas y la radio en silencio, y recorre las calles de su barrio en busca de actividades sospechosas, como una persona que huye a pie o un coche que se aleja a gran velocidad. «Miro las casas a diestro y siniestro, miro las puertas de los garajes, miro entre los vehículos, y si puedo ver detrás de los barriles de basura, también lo hago», dice. «Busco en cualquier lugar que pueda suponer una oportunidad para que un delincuente se esconda, o esté en proceso de entrar en un patio trasero o en un vehículo, o de saltar las vallas». Aunque no es policía, las fuerzas del orden le enseñaron a detectar actividades potencialmente ilegales, a tomar descripciones detalladas de personas o vehículos sospechosos y a informar a las autoridades.
El oficial Scott Hermes, coordinador de COP en el lado sur, dice: «Enseña a los ciudadanos de San Antonio a ser nuestros ojos y oídos, a ayudarnos mejor, a comunicarse mejor, a recuperar sus barrios». La iniciativa, dirigida por el Departamento de Policía de San Antonio, ofrece lecciones de vigilancia del crimen en cursos de cuatro horas en cada una de las seis subestaciones de la ciudad. Mientras los participantes aprenden a salvaguardarse a sí mismos y a sus hogares -y a no relacionarse con ningún personaje sospechoso- también descubren que una comunidad conectada suele ser una comunidad segura.
«Me gustan los vecinos curiosos. Conozco a todos mis vecinos y tengo todos sus números», dice Mary Miles, líder de COP en Terrell Heights. Desde que tomó la clase de COP con varios vecinos el pasado mes de octubre, Miles y sus amigos han puesto su educación en acción. Cuando la vecina de Miles vio sangre en el camino de entrada de su casa, se puso en contacto con la policía, que no tardó en perseguir a un sospechoso. Miles y sus vecinos encendieron las luces de sus patios para ayudar a la policía.
En Salano Ridge, el programa podría estar dando sus frutos. En una reciente reunión vecinal, se informó a los residentes de que los índices de criminalidad habían descendido en el último año. El grupo de jubilados, militares retirados y en servicio activo, ex policías, amas de casa y otros han tomado las riendas y han asumido su papel como primera línea de defensa de su barrio. «No hay que ser policía para hacerlo, sólo un ciudadano diligente», dice Carpio.