Un hombre de unos 40 años es llevado de urgencia a una sala de emergencias. Está sudando, su corazón se acelera y no puede respirar. Él y su mujer están convencidos de que está sufriendo un ataque al corazón. Podría serlo, pero esta vez los médicos de urgencias le dicen que su corazón está bien. Lo que está teniendo es un ataque de pánico.
Aunque nadie debería ignorar nunca los síntomas de un ataque al corazón ni suponer que está teniendo un ataque de pánico en su lugar, miles de personas comparten cada año la experiencia de este hombre.
Los ataques de pánico son realmente aterradores y pueden ocurrir sin aviso ni razón, causando un miedo repentino y un nerviosismo extremo durante 10 minutos o más. Los síntomas físicos intensifican el ataque: sudoración, aceleración del corazón, pulso acelerado, sensación de desmayo o de asfixia y -quizá lo peor de todo- la sensación de «volverse loco»
Estos ataques son un síntoma del trastorno de pánico, un tipo de trastorno de ansiedad que afecta a unos 2,4 millones de adultos estadounidenses. Este trastorno comienza con mayor frecuencia durante los últimos años de la adolescencia y los primeros de la edad adulta, y afecta al doble de mujeres estadounidenses que de hombres. Nadie sabe cuál es la causa del trastorno de pánico, aunque los investigadores sospechan que se trata de una combinación de factores biológicos y ambientales, como los antecedentes familiares (el trastorno de pánico parece ser hereditario), los acontecimientos vitales estresantes, el abuso de drogas y alcohol y los patrones de pensamiento que exageran las reacciones físicas normales.