Carl Tanzler
Carl Tanzler era un inmigrante alemán que trabajaba en un hospital de Cayo Hueso, Florida, a principios de los años treinta. Allí se enamoró de una joven cubano-americana llamada María Elena Milagro de Hoyos. Elena se estaba muriendo de tuberculosis, pero Tanzler sentía que ella era su destino, a pesar de tener ya esposa e hijos.
Tanzler no iba a dejar que una cosa tan pequeña como la muerte se interpusiera en su camino…
Carl Tanzler fuera de su laboratorio de Key West, FL.
En un principio, Tanzler se encargó de cuidar a Elena y de tratar su enfermedad. Convenció a su familia de que sus brebajes podían funcionar e incluso instaló un equipo de rayos X en la casa de sus padres para el tratamiento. Finalmente, cuando Elena murió a los 21 años, convenció a la familia para que le permitiera pagar su funeral.
Un giro retorcido
Tanzler construyó un mausoleo para Elena en el cementerio de Cayo Hueso y pasó casi todas las noches visitando su cuerpo. Después de dos años, Tanzler remolcó el cuerpo de Elena fuera de su tumba en un carro de juguete.
Su siguiente lugar de descanso: La casa de Tanzler. Tanzler vivió, bailó e incluso durmió con el cadáver de Elena. Se dedicó a su conservación.
Mantenimiento postmortem
Rellenó su cuerpo con trapos para mantener su forma, mantuvo su esqueleto intacto con cuerda de piano y perchas, sustituyó sus ojos descompuestos por cristal y remendó su carne podrida con seda, cera y yeso. Tanzler incluso creó una peluca para Elena con su propio pelo, recogido por su madre y regalado a él a su muerte.
Llevando su excentricidad al siguiente nivel, Tanzler tenía planes de crear una nave espacial para volar el cadáver de Elena a la estratosfera, para que la radiación del espacio exterior pudiera penetrar en sus tejidos y restaurarla.
La aeronave propuesta por Elena.
The Jig Was Up
Siete años después, la hermana de Elena irrumpió y descubrió el cadáver. Las autoridades intervinieron, pero debido a la prescripción del robo de tumbas, Tanzler quedó libre de culpa.
Este curioso caso se convirtió en un espectáculo en los Cayos, donde el cadáver de Elena fue expuesto al público en una funeraria local. Más de 6.000 personas acudieron a ver la figura de cera. Aún más loco que este macabro espectáculo, ¡el público simpatizó con Tanzler!
Exhibida al público, la momia de Elena fue vista por más de 6.000 personas.
Elena fue finalmente devuelta a una tumba sin nombre en el cementerio de Cayo Hueso y Tanzler se trasladó al condado de Pasco, Florida, donde su esposa, de la que estaba separado, le apoyó hasta el final de su vida (aunque seguía enamorado de Elena, viviendo con una réplica de tamaño natural de ella que él mismo había fabricado).