Se ha debatido si la movilidad de la mano de obra altamente cualificada debe considerarse positiva o negativa. El marco teórico básico para el estudio de los flujos de capital humano se remonta al menos a John Hicks (1932), quien señaló que «las diferencias en las ventajas económicas netas, principalmente las diferencias salariales, son las principales causas de la migración». La literatura clásica de los años 1950~1980 también sigue el trabajo de Hicks, y ha llegado a un consenso en el sentido de que los países receptores tienen beneficios; sin embargo, los países emisores pierden capital humano, y por lo tanto tienen potenciales efectos negativos de la emigración cualificada (Bhagwati y Hamada, 1974).
Desde la década de 1990, una creciente literatura discute el efecto positivo de la salida de mano de obra altamente cualificada, y argumenta que, en determinadas circunstancias, la fuga de cerebros puede resultar en última instancia beneficiosa para el país de origen, y hacerlo teniendo en cuenta las diversas externalidades fiscales y tecnológicas que estaban en el centro de los modelos pesimistas de la década de 1970. La salida de mano de obra altamente cualificada puede formar una diáspora en el extranjero, que promueve el comercio entre los países emisores y los países que cuentan con la diáspora (Rauch y Trindale, 2002).
Algunos trabajadores altamente cualificados regresan a sus países de origen, aunque en su día abandonaron sus países de origen por diversas razones, como la inestabilidad política y la brecha salarial. Todavía tienen conexiones con sus países de origen a través de sus familiares y amigos, lo que puede ser un incentivo para que regresen a su país. Wahba (2014) señala que la mayoría de los migrantes reflexionan y planean su regreso a casa a lo largo de su experiencia migratoria. Cada vez hay más pruebas que demuestran que algunos inmigrantes deciden volver y comenzar su nueva vida en sus países de origen. Por ejemplo, entre el 20 y el 50% de los inmigrantes vuelven a casa o se trasladan a otro país en los cinco años siguientes a su llegada (OCDE, 2008). Asimismo, casi un tercio de los inmigrantes que llegaron a EE.UU. entre 1908 y 1957 regresaron a sus países de origen (Jasso y Rosenzweig, 1982). Además, casi una cuarta parte de los emigrantes varones que llegaron a Canadá en 1996 se marcharon en un plazo de cinco años (Aydemir y Robinson, 2008).
Es cierto que algunos trabajadores altamente cualificados regresan a sus países de origen, y no sólo se marchan al extranjero. Entonces, ¿por qué vuelven? En primer lugar, vuelven a su país porque no pueden adaptarse a un nuevo entorno en el extranjero. Si tienen problemas para encontrar un trabajo o para establecer conexiones sociales, pueden considerar la posibilidad de volver a casa. Dustmann y Görlach (2016) señalan que si los migrantes tienen dificultades para asimilarse o aprender el idioma, esto puede contribuir a su deseo de volver a casa.
En segundo lugar, vuelven a casa porque los países de origen tienen oportunidades económicas. Una de las razones más importantes de la salida de personas altamente cualificadas es la diferencia salarial entre los países de origen y los de acogida. Muchas personas con un alto nivel de formación se van al extranjero para encontrar un trabajo mejor con un salario más alto. Si los países de origen tienen un mejor entorno laboral con un salario razonable, es más probable que vuelvan a casa. El hecho de que los países se centren en la industria terciaria o no puede ser una señal importante para que la mano de obra altamente cualificada en el extranjero regrese a su país. Si los países tienen más presupuesto para I+D y se centran en una economía basada en el conocimiento, los trabajadores esperarían tener más probabilidades de conseguir un trabajo adecuado en el que puedan aprovechar sus experiencias en el extranjero y contribuir. Shin y Moon (2018) mencionaron que algunos migrantes en el extranjero estaban interesados en comprometerse con sus países de origen, pero no querían regresar permanentemente. Por lo tanto, es importante que los gobiernos complementen las políticas de apoyo a la migración de retorno.
En tercer lugar, regresan a su país porque los países de origen ofrecen beneficios por regresar de la diáspora en el extranjero. Los países necesitan muchos trabajadores altamente cualificados para estimular su desarrollo económico. Por ello, algunos países ofrecen beneficios a las personas con alto nivel de formación, como exención de impuestos, vivienda y beneficios legales.
Los emigrantes que regresan pueden contribuir a sus países de origen en varios campos. En primer lugar, la migración de retorno mejora el capital financiero, el espíritu empresarial y las redes sociales. Regresan a su país con una cantidad significativa de capital financiero, y una gran parte de estos ahorros suele invertirse en vivienda y nuevos negocios. Además, la migración de retorno tiene redes sociales en todo el mundo, lo que refuerza las redes sociales dentro de los países de origen y en todo el mundo (Adda et al., 2014). Cuando los emigrantes regresan a su país, mejoran las redes sociales de varias maneras clave. Establecen vínculos con otros retornados y con los no migrantes locales en la búsqueda de empleo. También pueden conectar con los miembros de la diáspora que permanecen en el extranjero. Estas conexiones amplían las valiosas redes sociales, así como las profesionales.
En segundo lugar, los emigrantes retornados mejoran el capital humano y los aumentos salariales. El uso de las habilidades y conocimientos adquiridos en el extranjero puede estimular el desarrollo y producir mayores ingresos en el país. También pueden mostrar la importancia de la educación a través de su exitosa carrera con educación superior, lo que puede aumentar las expectativas de la gente hacia la educación.
Tercero, las migraciones de retorno mejoran las normas sociales y la democracia. Muchas migraciones de países en desarrollo se dirigen a países desarrollados, donde la mayoría de los países tienen normas sociales más elevadas con un sistema político democrático. Los migrantes están expuestos a las instituciones, los sistemas jurídicos y otras normas culturales del país de acogida. Batista y Vicente (2011) señalan que la migración internacional puede aumentar la demanda de una mejor gobernanza. Los países pueden tener sistemas políticos y económicos más transparentes a través de la migración de retorno.
La salida de mano de obra altamente cualificada se ha considerado como circulación de cerebros, y pueden contribuir potencialmente a los países de origen al traer de vuelta sus experiencias laborales en el extranjero.