Recuerdo la primera vez que conocí la onomatopeya. Había un anuncio popular de una niña que deletreaba la palabra en un concurso de deletreo, así que ya estaba en mi radar. Poco después, mi profesora de primaria me explicó este recurso literario.
«Es una palabra que describe un sonido, como crash y bang». No profundizamos mucho más que esta somera explicación, pero la joven escritora que había en mí se enamoró de esta divertida palabra.
A medida que crecía, aprendía más sobre el apasionante mundo de los recursos literarios. Había anáfora y paralelismo, litotes e hipérboles, asonancia y consonancia. Mi profesor de inglés del último año nos dio una lista de cuatro páginas de recursos literarios para que los memorizáramos y aprendiéramos a identificarlos. No se hacía mucho hincapié en la onomatopeya, pero al final aprendí que la onomatopeya tiene más matices que una interjección de tipo cómico.
Pronto aprendí que muchos escritores -y lectores- la odian. Tengo una frase en uno de los primeros capítulos de mi segundo libro, El viaje de la consorte, que describe el «clip-clopping de los cascos de los caballos». Cuando presenté este capítulo a mi grupo de críticos antes de su publicación, cinco de los seis escritores comentaron lo mucho que les gustaba esa frase. Uno estaba casi enfadado mientras discutía con los demás. Dijo que era cursi y amateur.
Si dedicas tiempo a buscar en foros de escritura y literatura, verás que el uso de la onomatopeya es un tema polémico. Mi colega no es el único que opina sobre la onomatopeya. El consenso general es que está bien usarla con moderación, pero no hay mucha discusión sobre cómo usarla eficazmente.
Entendiendo la onomatopeya
Mi maestra de tercer grado tenía razón. La onomatopeya es una palabra que describe un sonido. En muchos casos, su único significado es describir un sonido, como ¡kapow!
Los ejemplos más fácilmente identificables de onomatopeya están en los cómics. Los paneles describen sonidos a través de burbujas con palabras como crash, bang, pow y zap. En otras formas de ficción, estas palabras suelen aparecer como frases independientes o interjecciones.
- ¡Crash! Salté al oír el ruido y levanté la vista para ver a mi gato mirando con culpabilidad un jarrón roto en el suelo.
- Iba caminando hacia el trabajo cuando -¡bang!- un piano cayó por la ventana justo delante de mí.
Pero la onomatopeya incluye muchas otras palabras. Es cualquier palabra que suena como la palabra que describe. Un zumbido es un ruido bajo y cerrado, y suena muy parecido a la palabra zumbido. Si le dices a tu hijo que no chapotee en la bañera, estás describiendo no sólo la acción de chapotear, sino también el ruido que hace el agua al chapotear.
Probablemente has utilizado onomatopeyas en tus escritos sin darte cuenta. Tal vez se oye el chirrido de una puerta o el chisporroteo de una salchicha en la sartén. La onomatopeya puede ser un poderoso recurso literario cuando se utiliza con eficacia. Forma parte de las importantes habilidades de elección de palabras y de mostrar frente a contar.
Problemas con la onomatopeya
Antes de hablar de las formas correctas de utilizar la onomatopeya, hablemos de algunos de los problemas de esta herramienta. Uno de los principales problemas es el uso excesivo de la onomatopeya. Queremos incluir los cinco sentidos cuando describimos escenas. Queremos que nuestros lectores no sólo vean nuestras historias, sino que utilicen su sentido del olfato, el gusto, el sonido y el tacto en su imaginación para experimentar plenamente el mundo que hemos construido para ellos. La onomatopeya es una forma eficaz de incluir el sentido del sonido.
El uso excesivo de la onomatopeya suele provenir de demasiadas interjecciones o frases de una sola palabra. Esto puede afectar al ritmo de la escritura y sacar al lector de la historia. La repetición puede convertirse rápidamente en un cliché.
La elección de las palabras es otro problema de la onomatopeya. Las palabras que utilice para describir el sonido deben coincidir con el tono, el grupo de edad al que va dirigido y el género de su libro. A menudo, las interjecciones onomatopéyicas se utilizan con más frecuencia en la ficción de grado medio y juvenil. La dicción debe ser más sencilla y fácil de leer para los lectores más jóvenes que no tienen un vocabulario avanzado.
La onomatopeya no está pensada en absoluto sólo para el público joven, pero hay que tener en cuenta que la palabra que se elija coincida con el tono del escrito. Un «plop» es un gran descriptor para la escritura cómica o las escenas contemporáneas e informales. Sin embargo, un «plop» de agua no encaja en una escena dramática de un mundo de fantasía de inspiración medieval.
Uso eficaz de la onomatopeya
Así pues, ya sabemos lo que hay que evitar hacer. Pero, ¿cómo podemos utilizar esta herramienta para que nuestras descripciones sean más potentes?
Elige palabras sonoras para que fluyan en tus frases. Las palabras onomatopéyicas pueden utilizarse como verbos, sustantivos e incluso adjetivos. El uso de estas palabras es mucho más eficaz que la simple inclusión de interjecciones. No sacará al lector de la historia porque forma parte del flujo general de sus descripciones.
Los verbos como onomatopeya
La descripción no es sólo cuestión de adjetivos. Elegir verbos potentes y activos es la mejor manera de mostrar en lugar de contar. Permiten al lector experimentar plenamente una escena y ayudan a establecer el tono. También añaden especificidad a tu escrito.
Veamos algunos ejemplos de verbos onomatopéyicos:
- Apretó un interruptor y el horno cobró vida.
- Las puertas de los armarios se abrieron, revelando platos olvidados y tazas astilladas. La basura se desbordaba del cubo, y las moscas zumbaban a su alrededor. El agua goteaba del grifo en el sucio fregadero.
- Jadeó al mirar por la ventana. Estaba en casa.
- Me siseó para que me alejara de él. Di un paso atrás. Estaba temblando y jadeaba de dolor. El miedo brillaba en sus ojos amoratados, y la sangre goteaba de la comisura de sus labios.
Veamos las mismas escenas sin onomatopeyas:
- Apretó un interruptor, y el horno se encendió.
- Las puertas del armario se abrieron, revelando platos olvidados y tazas astilladas. La basura se desbordaba del cubo, y las moscas daban vueltas a su alrededor. El agua caía del grifo al sucio fregadero.
- Respiró profundamente mientras miraba por la ventana. Estaba en casa.
- Me dijo que me alejara de él. Estaba temblando y respiraba con dolor. Había miedo en sus ojos amoratados y sangre en la comisura de sus labios.
Los ejemplos de onomatopeyas nos dan una imagen mucho más clara de cada una de estas escenas. En la segunda serie de ejemplos, no oímos lo que está pasando. No entendemos la situación tan claramente como antes. ¿Era un horno pequeño y silencioso o uno grande y ruidoso? ¿El agua salía a borbotones o goteaba del grifo? ¿Cómo se sintió ella cuando vio que él estaba en casa? ¿Es la sangre fresca o una vieja herida?
Los sustantivos como onomatopeya
Los verbos no son las únicas palabras que podemos utilizar para los sonidos. Hay muchas palabras onomatopéyicas que pueden usarse como sustantivos. De nuevo, éstas añaden un grado de realismo y especificidad a tus descripciones.
Aquí tienes algunos ejemplos:
- Se oyó un estruendo en la habitación de enfrente, seguido de arañazos y golpes.
- Saltó al agua tras de mí con un chapoteo y un eufórico carcajeo.
- En diciembre, las tiendas se llenan de charlas y cascabeles y de saludos amistosos de «Felices Fiestas».
La alternativa a estos sustantivos onomatopéyicos sería utilizar palabras genéricas como sonido y ruido. Pero hay muchos tipos diferentes de ruido, y puede ser difícil para tu lector conjurar el efecto correcto para sí mismo. Utilizar una palabra precisa que haga eco del sonido permitirá a tu lector escucharlo en su imaginación.
Los adjetivos como onomatopeya
Los adjetivos onomatopéyicos deben utilizarse con moderación, pero pueden ser muy eficaces:
- Los profesores de secundaria evitaban el pasillo con las cacofónicas clases de banda y orquesta.
- El establo estaba lleno de cerdos que chillaban y ovejas que balaban.
- Caminé a través de la llovizna y el estruendo de los truenos.
Utilícelas cuando quiera que el lector preste especial atención a la forma del entorno de su historia.
Pensamientos finales
La onomatopeya no tiene por qué hacer que sus lectores se encogen. Cuando se utiliza de forma correcta y eficaz, puede ser un poderoso recurso literario para enriquecer tu historia. Como escritores, uno de nuestros principales trabajos es dar vida a las palabras en la página para nuestros lectores. Dale vida a tus descripciones con alguna onomatopeya adecuada al tono y haz que tu próxima obra llegue a las librerías con fuerza
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