Belle Isle Nature Zoo / Safariland
En un día cualquiera de verano, miles de personas de Detroit y sus barrios acuden a Belle Isle, un parque insular de dos millas y media de largo situado en el río Detroit. El parque, que cuenta con clubes náuticos, pesqueros, piscinas y pabellones de picnic, ha sido un destino de escapada para generaciones de residentes. La multitud de personas y sus actividades crean un sonido vibrante, una especie de zumbido que te sigue por la mayor parte de la isla.
Pero con un breve desvío por un sendero cubierto de maleza en el centro de la isla, los sonidos de las bocinas de los coches y los gritos de los niños empiezan a desvanecerse, y luego desaparecen por completo. Al pasar por secciones de valla de eslabones oxidados, los juncos y los matorrales dan paso a un amplio campo de hierba que llega hasta la cintura, flanqueado por pasarelas de madera elevadas a ambos lados, puntuadas por un extraño conjunto de edificios con cúpulas de madera cubiertas de maleza. Ahora se encuentra en una de las víctimas más vergonzosas del abandono y la corrupción de Detroit: El abandonado zoológico infantil de Belle Isle.
Desde 1910, Belle Isle albergaba el zoológico de Detroit. Las fotos de la época muestran multitudes felices de niños bien vestidos y padres con traje haciendo cola para ver cachorros de tigre, focas, elefantes y otros animales. En 1956, el zoo se trasladó a su actual sede en Royal Oak, y la ubicación de Belle Isle se convirtió en un zoo infantil.
En algún momento de la década de 1980, el zoo infantil de Belle Isle se renovó y pasó a llamarse Safariland. El zoo, que funcionaba en colaboración con el conservatorio cercano, continuó con una retahíla de animales cada vez más extraña. Uno de estos residentes fue una osa de nueve meses, sin nombre, que en junio de 1980 logró escapar de su recinto y nadó media milla a través del río Detroit hasta Windsor, Canadá. Tras las protestas del público y una campaña de «liberación de la osa», la osa sin nombre fue liberada en su hábitat natural.
En sus últimos años, la manada de gamos europeos que quedaba en la isla fue trasladada al zoo. En 2002, los problemas presupuestarios, junto con la disminución de la asistencia, hicieron que se retrasara la apertura de la temporada. El entonces alcalde Kwame Kilpatrick decidió mantener el zoo cerrado, alegando problemas de financiación y el creciente déficit de la ciudad.
En 2004, una campaña pública de grupos como los Amigos de Belle Isle dio lugar a la aprobación de una emisión de bonos locales para financiar la reapertura del parque. Kilpatrick respondió utilizando esos fondos para construir un nuevo zoológico natural en el otro extremo de la isla, adjudicando los contratos de construcción por valor de millones de dólares a una empresa que tenía estrechos vínculos con la familia Kilpatrick.
A partir de 2017, el zoológico ha estado vacante durante más de 15 años y está en grave deterioro. La mayor parte del metal ha sido arrancado de los edificios, que ahora están cubiertos de grafitis. Los árboles han caído sobre las pasarelas, que están empezando a derrumbarse. Aunque el zoo se ha utilizado como escenario en varias películas, su futuro no está claro mientras el Estado de Michigan trabaja para devolver a Belle Isle su antiguo esplendor.