Las pruebas para la detección de Helicobacter pylori difieren en muchos aspectos. La elección de la prueba depende de la situación clínica. En pacientes sintomáticos, la endoscopia es una herramienta importante para diagnosticar la enfermedad de úlcera péptica u otras lesiones gastroesofágicas. Por lo tanto, un sistema de detección de H. pylori basado en la biopsia, como la prueba rápida de la ureasa, la microscopía o el cultivo de los organismos, es apropiado. La sensibilidad diagnóstica aumentará si se realiza más de una de ellas. En los pacientes asintomáticos, debe utilizarse una prueba no invasiva, y la serología con título es adecuada en esta situación. Si los resultados son positivos, se recomienda confirmar la infección por H. pylori mediante una prueba de aliento con urea. Los pacientes que hayan recibido previamente un tratamiento de erradicación de H. pylori y presenten una reaparición de los síntomas deben recibir un nuevo tratamiento de erradicación si siguen siendo positivos para H. pylori, incluso si no se encuentra ninguna anomalía endoscópica. Se debe utilizar una prueba no invasiva y la prueba de aliento de urea es la mejor opción en estos individuos, ya que la serología no es adecuada dentro de los 6-12 meses de la terapia de erradicación. Si la prueba del aliento no está disponible, debe utilizarse una prueba basada en una biopsia. El resultado del tratamiento de erradicación de H. pylori debe evaluarse mediante una prueba no invasiva. La prueba de la urea en el aliento es apropiada, ya que la serología no es adecuada después del tratamiento. La prueba del aliento debe realizarse entre 4 y 8 semanas después del final del tratamiento para evitar resultados falsos negativos causados por la supresión temporal de la infección. Si la prueba del aliento no está disponible, debe utilizarse una serología con título o una prueba basada en una biopsia, al menos 6-12 meses después del final del tratamiento.