- 09.11.2020
- La Guerra Fría, una lucha de poder mundial entre la dictadura y la democracia, terminó en Berlín el 9 de noviembre de 1989. El curso de la historia, sin embargo, fue puesto en marcha por acontecimientos decisivos fuera del país mucho antes.
- La magia de la ‘glasnost’ y la ‘perestroika’
- Gorbachov una inspiración para los europeos del Este
- El control del comunismo se rompió por primera vez en Polonia
- ¿Qué queda del Muro de Berlín?
- El líder de Alemania del Este se ve obligado a abandonar
- Disolución de la Unión Soviética
- El Muro de Berlín, nuestra familia y nosotros
09.11.2020
La Guerra Fría, una lucha de poder mundial entre la dictadura y la democracia, terminó en Berlín el 9 de noviembre de 1989. El curso de la historia, sin embargo, fue puesto en marcha por acontecimientos decisivos fuera del país mucho antes.
Fue el símbolo mundial de la división entre el Este y el Oeste, de la batalla entre el comunismo y el capitalismo: el Muro de Berlín, erigido por la dictadura de la República Democrática Alemana (RDA), más conocida como Alemania Oriental, en 1961.
Rodeados por una frontera vigilada de hormigón y alambre de espino de 155 kilómetros de longitud, los ciudadanos del sector occidental de Berlín vivían en una isla de libertad en medio de la RDA comunista. Y a lo largo de las décadas, muchos alemanes orientales miraron hacia el inalcanzable Oeste con un anhelo desesperado, con la esperanza de poder escapar algún día.
Lee más: La perenne lucha por la libertad
Las autoridades de Alemania Oriental comenzaron a patrullar la frontera interior en 1952. Hasta entonces había sido relativamente fácil pasar entre las dos. En 1961 cerraron la frontera de Berlín Occidental. Aquí, los soldados impiden que la gente cruce mientras se construye el Muro de Berlín.
En 1961, la Alemania Oriental comunista tenía problemas para evitar que su población joven y educada emigrara a Occidente. El Muro de Berlín se levantó casi al completo en una sola noche, sin previo aviso, el 13 de agosto.
Esta famosa foto de septiembre de 1961 muestra a una mujer intentando escapar de Berlín Oriental a través de un bloque de apartamentos en el que uno de los lados del edificio daba al Oeste. Algunos hombres intentan arrastrarla hacia el interior mientras otros esperan debajo, con la esperanza de ayudarla a escapar.
En medio de una creciente presión interna e internacional, un anuncio erróneo de un funcionario de Alemania Oriental el 9 de noviembre de 1989 llevó a la apertura del muro. Los alemanes de ambos lados de la frontera lo celebraron durante días. Se hicieron nuevas aperturas en el muro, como aquí en la Potsdamer Platz dos días después.
En la actualidad, algunas partes del Muro de Berlín siguen en pie como monumento a las libertades duramente conquistadas. La famosa East Side Gallery permite a diferentes artistas de todo el mundo añadir murales a la parte del muro que permanece en la Mühlenstrasse de Friedrichshain-Kreuzberg.
Políticos del gobierno estatal de Berlín depositan flores a lo largo del lugar donde se encontraba el Muro de Berlín en la Bernauer Strasse, 56 años después de su construcción. Al menos 140 personas murieron por disparos de los guardias fronterizos de Alemania Oriental en el muro entre 1961 y 1989.
Todo cambió en un instante el 9 de noviembre de 1989, cuando se anunció una nueva política de viajes de Alemania Oriental en una conferencia de prensa en directo en la televisión estatal. La ley anunciaba que -con efecto inmediato- todos los ciudadanos de Alemania Oriental eran libres de viajar a Occidente. Miles de personas corrieron directamente a los pasos fronterizos vigilados en el corazón de Berlín, que se abrirían apenas unas horas más tarde.
Las imágenes de personas celebrando juntas a ambos lados de la frontera dieron la vuelta al mundo, marcando conmovedoramente el fin de la división alemana. Menos de un año después, el 3 de octubre de 1990, el país, dividido en Este y Oeste tras la Segunda Guerra Mundial, volvía a estar unificado. Pero ese trascendental acontecimiento histórico sólo fue posible gracias al consentimiento de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial: los aliados occidentales -Estados Unidos, Reino Unido y Francia- y la Unión Soviética comunista.
Leer más: Alemania Oriental: Un experimento fallido de dictadura
La magia de la ‘glasnost’ y la ‘perestroika’
Las concesiones realizadas por Mijaíl Gorbachov, reformista soviético que llegó al poder en 1985, fueron clave para el acuerdo.
Axel Klausmeier, director de la Fundación Muro de Berlín, dijo que las políticas de Gorbachov de «glasnost» (apertura) y «perestroika» (reforma) constituían una clara ruptura con la doctrina Brézhnev, una política que pretendía garantizar que los países del Pacto de Varsovia (la Unión Soviética y sus satélites) no se desviaran del rumbo político marcado por el Kremlin.
Con Gorbachov, dijo Klausmeier, de repente hubo una nueva política: «No importa lo que ocurra en nuestros países hermanos socialistas, estos estados son responsables de sí mismos». La decisión soviética de no marchar hacia Polonia, Hungría o Alemania del Este mientras los llamamientos a la reforma democrática se hacían cada vez más fuertes fue un enfoque decididamente diferente al de décadas pasadas. Antes de Gorbachov, los llamamientos a la libertad en el bloque oriental habían sido brutalmente aplastados por los soviéticos: en Alemania Oriental en 1953, en Hungría en 1956 y en la antigua Checoslovaquia en 1968.
Leer más: Entender la Alemania del Este: Una mirada interminable al pasado
Gorbachov una inspiración para los europeos del Este
Cada vez más, los activistas de los derechos civiles se sintieron envalentonados para impulsar la glasnost y la perestroika en sus propios países. En Polonia, los contactos entre los líderes comunistas y el movimiento sindical prodemocrático Solidaridad, que todavía estaba oficialmente prohibido, comenzaron ya en el verano de 1988.
Estos contactos condujeron a las llamadas Conversaciones de la Mesa Redonda, en las que no sólo participaron miembros de la oposición política, sino también representantes de la muy influyente Iglesia Católica del país.
Entre esos representantes eclesiásticos estaba Karol Jozef Wojtyla, quien, como Papa Juan Pablo II, mostró abiertamente su simpatía hacia el movimiento Solidaridad durante los tres viajes que realizó a su patria como pontífice. Su autoridad como cabeza de la Iglesia católica reforzó la creencia entre los opositores al gobierno comunista de que podría producirse un giro positivo del destino.
Un hito importante se produjo en junio de 1989, cuando se permitió a los candidatos de la oposición participar en las elecciones parlamentarias por primera vez en la historia de la Polonia comunista, pero con una pega. Los dirigentes del país, que llevaban décadas en el poder, debían recibir por adelantado dos tercios de todos los escaños parlamentarios, mientras que el tercio restante podía ser disputado libremente.
El control del comunismo se rompió por primera vez en Polonia
Aún así, el compromiso fue un punto de inflexión histórico, ya que rompió el monopolio del poder del partido comunista. En otros países del bloque también se observaron señales de un inminente cambio. En mayo, el gobierno húngaro comenzó a desmantelar los equipos de vigilancia a lo largo de su frontera con Austria.
Eso hizo que el camino que dividía el Este y el Oeste fuera mucho menos peligroso, impulsando a cientos de alemanes del Este a dirigirse hacia el oeste y dejar atrás la RDA.
Leer más: Uwe Rösler: La reunificación alemana «llegó en el momento adecuado para mí» como futbolista
Simultáneamente, durante el verano de 1989, miles de alemanes del Este consiguieron marcharse dirigiéndose a las embajadas de Alemania Occidental en todo el bloque oriental. El descontento, y la consiguiente presión sobre el gobierno de Alemania Oriental, reacio a las reformas, crecía día a día.
En septiembre, decenas de miles de ciudadanos comenzaron a reunirse en las calles de Leipzig cada lunes para manifestarse. El 9 de octubre de 1989 -en el que se reunieron 70.000 personas para protestar pacíficamente por el cambio- se considera en gran medida el punto álgido del movimiento de manifestaciones.
El líder de Alemania del Este se ve obligado a abandonar
Los manifestantes marcharon por las calles coreando «¡Somos el pueblo!» y «¡No a la violencia!» A pesar de las audaces manifestaciones, Klausmeier explica que muchos de los que marcharon dijeron que tenían «mucho miedo» de cómo reaccionaría el gobierno. Pero cuando el gobierno no hizo nada para intervenir, la oposición tuvo la sensación de haber ganado.
Unos días más tarde, el jefe de Estado de Alemania Oriental y secretario general del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED), Erich Honecker, fue obligado a abandonar el poder y sustituido por Egon Krenz, que se mostró dispuesto a reunirse con los activistas de los derechos civiles.
Poco después, el 4 de noviembre, la Alexanderplatz de Berlín se convirtió en el escenario de la mayor manifestación de la historia del país. Alrededor de medio millón de personas vitorearon y aplaudieron cuando las figuras de la oposición se dirigieron a ellos, y abuchearon cuando hablaron los políticos del SED, incluido Günter Schabowski, director del distrito de Berlín Este del partido.
Disolución de la Unión Soviética
Cinco días después, el 9 de noviembre de 1989, fue Schabowski quien anunció la nueva política de viajes de Alemania Oriental. Al hacerlo, intencionadamente o no, había ordenado el derribo del Muro de Berlín. No se disparó ni un solo tiro en la frontera. La puerta de la libertad se abrió de par en par, y nunca más pudo cerrarse.
En los meses siguientes, la gente de todo el bloque oriental luchó por su libertad. Las cosas acabaron por cerrarse cuando la Unión Soviética se derrumbó a finales de 1991.
Pero el primer paso se dio cuando Gorbachov llegó al poder en 1985. Seis años más tarde, en 1991, recibió el Premio Nobel de la Paz.