Los espasmos son pequeñas contracciones musculares involuntarias que ocurren de forma repentina. Las zonas que más tienden a sufrir estos movimientos son tanto las lumbares como las cervicales y suelen tener una duración muy escasa aunque, en casos muy concretos, pueden verse prolongados durante más tiempo. Cuando los músculos de la espalda se contraen de esta manera, el flujo sanguíneo del área aumenta y puede llegar a provocar una inflamación, de esta manera seguiremos experimentando el dolor hasta que cese dicha hinchazón.
Causas de los espasmos musculares
En ocasiones, los espasmos musculares se producen tan sólo como consecuencia de haber practicado algún tipo de ejercicio físico que nos haya resultado extenuante. Sin embargo, pueden considerarse, a su vez, sintomatologías recurrentes en numerosos casos de dolencias relacionadas con la zona de la espalda.
Algunas de las causas que pueden generar los espasmos musculares son las que siguen: un uso excesivo de los músculos durante la práctica de algún deporte, lesiones musculares causadas por un accidente automovilístico o por la práctica de deportes de contacto, debilidad muscular, una hernia de disco, artritis, anemia, diabetes, espondilolisis, esclerosis múltiples o, simplemente, una mala postura mantenida durante un largo periodo de tiempo
Tratamiento de los espasmos en la espalda
Para limitar la posible inflamación y controlar los espasmos musculares hay que tratarlos mediante la imposición de frío para evitar, de esta forma, un incremento del dolor. También resulta útil descansar físicamente durante los dos o tres primeros días tras la generación de la lesión, para que los músculos sanen adecuadamente aunque no se recomienda el reposo absoluto ya que puede ser más perjudicial que beneficioso.
Otra buena técnica consiste en elevar las piernas de forma que aliviemos la presión en nuestra espalda, ya sea mediante el uso de almohadones para subir las extremidades inferiores con respecto a la posición de la pelvis o a través de la utilización de un taburete para apoyar los pies.
El tratamiento médico a través de analgésicos y antiinflamatorios debe estar recomendado por un profesional facultativo que, por supuesto, los considere necesarios para paliar la dolencia en concreto. Además, podemos acudir a un fisioterapeuta que nos elabore una tabla sencilla de ejercicios con la que podamos estirar y fortalecer la musculatura del área afectada.
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