Alexander Hamilton, primer secretario del Tesoro de los Estados Unidos de América
Alexander Hamilton – Como secretario del Tesoro en 1790, Hamilton propuso al Congreso un plan para desarrollar la economía de América. Para cuando terminó de desarrollar su plan, había fundado el Partido Federalista, sin que él lo supiera en ese momento. La política fiscal de Hamilton incluía el deseo de cambiar los antiguos valores de la COnfederación por bonos que devengaran intereses, asumir las deudas contraídas por los estados en el Gobierno Federal, constituir un banco federal, crear impuestos internos sobre el consumo con el fin de recaudar ingresos para mantener las políticas de endeudamiento, e introducir un arancel protector sobre los productos manufacturados. La admiración de Hamilton por el orden político de Gran Bretaña le hizo desear casar la riqueza y el gobierno en Estados Unidos. El principal objetivo de Hamilton como Secretario del Tesoro era estimular el crecimiento nacional de la economía; no sólo le interesaba proteger a los empresarios y banqueros, sino que quería que su política reflejara un atractivo creativo y amplio para todos los estadounidenses.
En una carta a Robert Morris, padre fundador y financiero de la Guerra de la Independencia, Hamilton escribió:
«…El primer paso para determinar lo que debe hacerse en las finanzas de este país es estimar de la mejor manera posible su capacidad de ingresos y la proporción entre lo que puede pagar y lo que necesita para los gastos de sus establecimientos civiles y militares. Se me ocurren dos maneras de hacerlo: En primer lugar, examinando qué proporción han guardado los ingresos de otros países con respecto a su riqueza, y aplicando la regla a nosotros, teniendo en cuenta la diferencia de circunstancias. 2. comparando el resultado de esta regla con el producto de los impuestos en aquellos estados que han sido más serios en la tributación. La razón para recurrir al primer método es que nuestra propia experiencia de nuestras facultades a este respecto no ha sido lo suficientemente clara o uniforme como para admitir una conclusión segura; de modo que será más satisfactorio juzgarlas por un principio general extraído del ejemplo de otras naciones en comparación con lo que hemos efectuado nosotros mismos, que confiar exclusivamente en este último.
Las naciones cuyas riquezas e ingresos ⟨we⟩ conocemos mejor son Francia, Gran Bretaña y las Provincias Unidas. La riqueza real de una nación, que consiste en su trabajo y en sus productos, debe ser estimada por el signo de esa riqueza, su efectivo circulante. Puede haber momentos en los que, por accidentes particulares, la cantidad de ⟨esto⟩ puede exceder o quedar por debajo de un representante justo, pero ⟨esto⟩ volverá de nuevo a un nivel adecuado, y en el curso general de las cosas se mantendrá en ese estado…»