A medida que el sol abrasa el aire del verano, el líquido de nuestro cuerpo es robado una vez que sale a la superficie. Hidratar los tejidos permite que nuestro cuerpo se bañe en nutrientes que mantienen nuestra actividad física. Capturar el amanecer en la cima de la montaña, arrancar las malas hierbas de tu frondoso jardín y remar con tu tabla entre las olas del lago, todo ello deja una sed que necesita ser saciada. Para mantener una hidratación adecuada, debe conocer algunas pautas.
La deshidratación se produce incluso antes de que empiece a sentir sed. Su piel se asemeja a una pasa, ya que la elasticidad disminuye. La pérdida de apetito, la fatiga, los calambres, las náuseas, los mareos, los desmayos, el delirio, el enrojecimiento, los dolores de cabeza y las alteraciones visuales son también síntomas generales.
¡Combata el calor que le envuelve durante la actividad física en el exterior! Hidrátese antes de que su piel se encuentre con el calor del sol. La regla general es dividir su peso por 2 para saber cuántas onzas debe beber al día. Intenta beber entre 16 y 20 onzas líquidas de agua cada cuatro horas. O bien, beba de 8 a 12 onzas líquidas de agua 15 minutos antes de realizar una actividad física intensa al aire libre. Disfrutar de una pequeña comida o bebida con sodio también ayuda a retener líquidos.
Tomar agua durante su actividad también es muy importante, ya que evitará el agotamiento por calor y la insolación. Si participa en una actividad de menos de 60 minutos, beba 8 onzas líquidas de agua cada 15 minutos. Si realiza una actividad de más de 60 minutos, ingiera 8 onzas líquidas de líquido que contenga electrolitos (calcio, magnesio, potasio, sodio, fosfato, cloruro) y carbohidratos cada 15 minutos. Cuando haya conseguido una hidratación adecuada, su orina debe tener un color pálido.
La próxima vez que salga a disfrutar del sol, recuerde estos consejos y deje que su cuerpo retoce en la hidratación.