La mayoría de la gente probablemente no piensa que las actividades cotidianas -como tender la ropa o guardar la compra- tengan un efecto sobre su salud a largo plazo. Pero una nueva investigación sugiere que realizar muchas de estas actividades físicas de intensidad ligera reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Para la mayoría de las personas, la actividad física ligera constituye la mayor parte de su actividad física diaria. Sin embargo, las directrices gubernamentales se centran casi exclusivamente en la actividad física de intensidad moderada a vigorosa. La dificultad de medir la actividad física de intensidad ligera de una persona explica en gran medida esta desconexión.
No es posible medir la actividad física ligera con un cuestionario. La cantidad de actividad física de intensidad ligera que una persona cree haber realizado no se parece casi en nada a lo que realmente ha hecho. Esto significa que ha sido difícil estudiar los efectos de la actividad física de intensidad ligera en la salud a largo plazo.
Este nuevo estudio, publicado en JAMA Network Open, pudo medir con mayor precisión la actividad física ligera en casi 6.000 mujeres mayores utilizando un acelerómetro (un dispositivo que detecta el movimiento) que se llevaba durante siete días. En los cinco años siguientes, las mujeres que realizaban la mayor cantidad de actividad ligera (seis horas o más al día) tenían un 46% menos de probabilidades de sufrir un infarto o de morir a causa de uno. Y tenían un 26% menos de probabilidades de sufrir cualquier tipo de «evento» cardiovascular (ictus, angina de pecho grave), en comparación con las mujeres que realizaban la menor cantidad de actividad ligera -tres horas o menos al día.
Hubo pruebas claras de una relación dosis-respuesta: cuanto más tiempo pasaban las personas realizando actividades ligeras, más reducían su riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Cada hora extra de actividad ligera por encima de las tres horas reducía el riesgo de infarto en aproximadamente un 15%. La actividad de intensidad ligera parecía ser importante incluso cuando se tenían en cuenta los niveles de actividad física de mayor intensidad.
Sin determinar la causa y el efecto
Una crítica al estudio es que es transversal (una instantánea en el tiempo) y nunca puede probar definitivamente la dirección de la relación observada. Es posible que la capacidad de realizar muchas actividades de intensidad ligera sea un signo de buena salud y no una causa de buena salud. Así que es importante hacer un seguimiento con estudios de intervención que tengan como objetivo aumentar la actividad física ligera y ver si esto puede reducir las tasas de enfermedad cardiovascular.
Aún así, hay algunas pruebas de estudios de laboratorio más pequeños de que la actividad ligera es importante para nuestra salud a largo plazo. Por ejemplo, la actividad física ligera es un componente importante del gasto energético total de la actividad física y esto tiene implicaciones para regular el peso corporal y la composición del cuerpo. Romper con regularidad los largos periodos de estar sentado con actividades cortas de intensidad ligera también es eficaz para reducir los niveles de glucosa, insulina y grasa en la sangre después de una comida.
Por el contrario, pedir a las personas que restrinjan la cantidad de actividad ligera que realizan da lugar a una rápida disminución de la aptitud aeróbica y del tejido muscular magro, y a un aumento de la grasa corporal y de la glucosa y la insulina en sangre.
¿Es suficiente?
¿Significa este estudio que deberíamos animar a las personas a centrarse únicamente en aumentar la cantidad de actividad ligera que realizan? Como fisiólogo del ejercicio, yo diría que no. La actividad ligera puede desempeñar un papel, pero hay muchas otras dimensiones de la actividad física que se sabe que son importantes, por diferentes razones.
Por ejemplo, sólo la actividad física regular moderadamente vigorosa es probable que mejore la aptitud cardiorrespiratoria. Y sólo el ejercicio de resistencia frecuente, como el levantamiento de pesas, puede mantener o aumentar la masa muscular y la fuerza a medida que envejecemos.
La consideración más importante para la composición corporal es la actividad física total, incluyendo las intensidades ligera, moderada y vigorosa (y el movimiento), porque esto explica en gran medida las diferencias en la energía total que una persona gasta cada día.
Es posible que una persona obtenga una buena puntuación en una dimensión de la actividad física, pero mala en otra. Piense en el oficinista que pasa gran parte del día sentado frente al ordenador (perjudicial) pero que sale dos tardes a la semana a correr 30 minutos a intensidad moderada (beneficioso).
Para la salud en general, algo de actividad física es bueno, pero más es mejor. Tenemos que animar a la gente a moverse más (aumentando la actividad física ligera y de intensidad moderada) y a moverse más a menudo (rompiendo los largos periodos de estar sentado). Y luego tratar de incorporar un ejercicio más estructurado dos o tres veces por semana, para mejorar la aptitud cardiovascular y muscular.
Crear un entorno social, cultural, comunitario y construido que anime a todo el mundo a ser más activo sigue siendo uno de los principales retos de la salud pública del siglo XXI.