Los pandas gigantes no han seguido su dieta de bambú durante tanto tiempo como pensaban los científicos. Las investigaciones sugerían que los osos hicieron el cambio al bambú hace millones de años, pero un estudio1 desafía ahora esta idea, proponiendo que la icónica criatura comenzó su restrictiva dieta mucho más recientemente.
El trabajo, publicado el 31 de enero en Current Biology, revela que los pandas gigantes (Ailuropoda melanoleuca) empezaron a alimentarse exclusivamente de bambú hace entre 5.000 y 7.000 años. Esto sugiere que, antes de esa fecha, la dieta y el hábitat de los pandas eran mucho más complejos y variados de lo que los investigadores pensaban.
El calendario revisado contrasta con lo que otros habían propuesto, dice el zoólogo Huabin Zhao, de la Universidad de Wuhan (China). «Estoy muy contento de que salga a la luz este nuevo trabajo».
El propio trabajo de Zhao ha apoyado la opinión de que los pandas gigantes pasaron millones de años como especialistas en bambú. Los datos genéticos de un estudio2 del que fue coautor en 2010 mostraron que los animales perdieron la capacidad de degustar el umami -un sabor salado asociado a alimentos como la carne- hace unos 4 millones de años.
Y en 2007, los paleontólogos describieron3 el cráneo de 2 millones de años de antigüedad de un antiguo panda que antaño vagaba por el sur de China. Según los investigadores, el oso tenía poderosos dientes y mandíbulas que le habrían ayudado a triturar y moler plantas fibrosas, lo que indica una dieta centrada en el bambú.
La variedad es la sal de la vida
Pero los pandas no siempre fueron los reclusos de los bosques de bambú que son hoy en día, dice Fuwen Wei, un biólogo de la conservación en el Instituto de Zoología de la Academia China de Ciencias en Beijing, y un coautor del último estudio. Solían vivir en hábitats más variables y, en consecuencia, tenían una dieta más diversa, afirma.
Para ayudar a precisar el momento de este cambio de dieta, Wei y sus colegas analizaron las proporciones de isótopos estables, formas de elementos químicos que no se descomponen con el tiempo, en los huesos y dientes de los pandas antiguos y modernos.
El análisis de isótopos estables puede ayudar a los científicos a reconstruir dietas y entornos pasados. Cuando los organismos comen carne o plantas, la firma química de ese alimento se incorpora a sus cuerpos. Al tomar muestras de diferentes tejidos, los científicos pueden obtener instantáneas de lo que los animales consumieron en diferentes momentos de su vida. Los isótopos estables en los huesos pueden revelar una imagen general de lo que una criatura devoró durante los últimos años de su vida, mientras que las muestras de dientes proporcionan información sobre lo que comió durante sus primeros años, cuando se formó el esmalte.
Wei y su equipo midieron los isótopos en los huesos y dientes de pandas que vivieron hace al menos 5.000 años. A continuación, compararon los resultados con las señales isotópicas en pandas gigantes salvajes que habían muerto entre la década de 1970 y la de 2000, para tratar de entender cómo había cambiado la dieta de la especie.
Los hallazgos sugieren fuertemente que, a diferencia de los pandas de hoy en día, los ancestros de los osos tenían una dieta variada, probablemente como resultado de vivir en un entorno más complejo, como un bosque de tipo tropical.
En el menú
«Este es el primer relato que conozco que ha analizado con tanta profundidad la historia de la dieta y la evolución de los pandas», afirma Jack Hopkins, ecologista de la fauna salvaje de la Universidad de Liubliana, en Eslovenia. Pero el análisis no dice qué comían los antiguos pandas, sólo que era diferente de lo que consumen actualmente sus descendientes.
«Quiero saber qué había en el menú», dice Alexis Mychajliw, paleoecólogo del Museo y Fosas de Alquitrán de La Brea, en Los Ángeles (California). Esa información detallada requeriría saber qué tipos de plantas o animales acabaron en el estómago de los pandas extintos.
Pero eso no es tarea fácil, dice Mychajliw, porque los posibles alimentos del panda del pasado son difíciles de encontrar en el registro fósil. Aun así, estudios como éste podrían proporcionar pistas sobre lo que empujó a los pandas gigantes a su dieta exclusivamente de bambú y por qué su nicho ecológico se redujo tanto, dice.
El conocimiento de los antiguos hábitats del panda también podría ayudar a preservar las poblaciones modernas. «Si sabemos qué tipos de cambios han reducido el hábitat de los pandas gigantes, crearemos mejores estrategias de conservación», dice Zhao.
Mychajliw está de acuerdo. «Cuando pensamos en la conservación de las especies en el futuro, me parece realmente emocionante que la gente mire al pasado».