Por un lado, a menudo evitan los focos. McDormand rara vez participa en reuniones de prensa; su nombre y su cara rara vez aparecen en los titulares de los tabloides. En cambio, tanto Coen como McDormand son más conocidos por su amor al oficio que por sus ansias de estrellato.
Aunque se fueron a vivir juntos casi de inmediato, la pareja tardó 10 años en casarse. Cuando lo hicieron, Coen le regaló a McDormand el anillo de boda que en su día tuvo su ex mujer y que ella asumió como propio. El New York Times señaló el año pasado que McDormand consideraba que la joya no debía desperdiciarse.
En esa misma entrevista, McDormand se sintió totalmente sorprendida al conocer a Coen; se trataba de una persona, recordó, con la que podría trabajar, amar y no sentirse intimidada.
«Fue una revelación poder tener un amante con el que también podía trabajar y no sentirme intimidada por la persona», dijo McDormand, reconociendo que sus relaciones anteriores habían estado marcadas por dinámicas de poder desiguales y sentimientos de sumisión.
«Pero eso no ocurrió con Joel. Fue así: ¡Vaya! ¡De verdad! ¡Oh, Dios mío! Puedo realmente amar y vivir, sin subvertir nada, sin disculparme por nada, sin ocultar nada».
En 1995, adoptaron a su hijo Pedro de Paraguay (la propia McDormand también fue adoptada. Desde ese momento ha sido una feroz protectora de su privacidad, y dijo al New York Times en 2003 que siempre le costaba que le pidieran autógrafos cuando su hijo estaba cerca.
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»En ese momento lo llevaba al preescolar en el autobús, y la gente nos interrumpía como si él no formara parte de la ecuación», dijo. »Realmente no me gusta eso. Me preguntó: ‘¿Por qué no me hablan? Por qué no quieren mi autógrafo?'»
En 1997, junto con el hermano de Joel, Ethan, tanto McDormand como los Coen ganaron el Oscar por sus respectivos papeles en Fargo; McDormand a la mejor actriz, los hermanos Coen al guión y al montaje.
Alrededor de 21 años después, la pareja se sentó en sus asientos en la 90ª edición de los premios de la Academia, con su hijo Pedro orgulloso a su lado.
De pie en el escenario, con su segundo Oscar en la mano, McDormand rindió homenaje a su marido y a su hijo:
«Estas dos personas incondicionales fueron bien criadas por sus madres feministas. Se valoran a sí mismos, a los demás y a los que les rodean. Sé que están orgullosos de mí, y eso me llena de alegría eterna»
Treinta y cinco años después, con docenas de películas a sus espaldas y seis Oscars entre ambos, Frances McDormand y Joel Coen son la pareja más silenciosa y poderosa del negocio, y quizá su mayor logro sea un matrimonio que ha desafiado la maldición de Hollywood.
«Creo que es tener diferentes historias que contarse el uno al otro», dijo ella en 2015 sobre el secreto de su duradera unión.
«Aunque hemos colaborado a menudo en películas, los dos hemos tenido carreras realmente autónomas y por eso siempre hemos tenido cosas nuevas que contarnos»
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