Karla Homolka, una asesina y violadora convicta de Toronto, fue encontrada como voluntaria en la escuela entre los niños de Montreal hace unos meses, causando un gran revuelo entre los preocupados canadienses.
Homolka fue liberada de prisión en 2005 después de cumplir una sentencia reducida de 12 años. Desde entonces, ha cambiado su nombre varias veces y se ha trasladado discretamente a una pequeña ciudad de Quebec con sus hijos. Comenzó a trabajar en su escuela, Notre-Dame-de-Grâce, donde a menudo ofrecía su tiempo para ser supervisora en las excursiones de las clases.
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Desde que se descubrió su paradero, la gente se ha empeñado en seguir todos sus movimientos. Algunos incluso han llegado a crear una página de Facebook llamada «Watching Karla Homolka» que proporciona actualizaciones de origen colectivo sobre su ubicación. También hay una petición en la que se insta a la Policía Montada a incluir a Homolka en el Registro Nacional de Delincuentes Sexuales, con más de 38.500 solicitudes hasta el momento y contando.
«Creo que es peligrosa y ciertamente no me arriesgaría a que mis hijos estuvieran cerca de ella», dijo el abogado Tim Danson al Toronto Star. Añadió que nunca se rehabilitó y que no se le debería permitir trabajar con niños.
Homolka y su ex marido Paul Bernardo fueron condenados por la violación y el asesinato de dos escolares, Leslie Mahaffy en 1991 y Kristen French en 1992. Homolka también estuvo vinculada a la muerte de su hermana Tammy en 1991, pero nunca fue acusada por ello ya que se consideró un accidente. Llegó a un acuerdo con los fiscales para cumplir una sentencia reducida a cambio de su testimonio, mientras que Bernardo fue condenado a cadena perpetua por asesinato.
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Homolka ya no puede trabajar en la escuela de sus hijos y ahora vive bajo el radar con su nuevo marido, Thierry Bordelais. Aunque varias personas están alabando la página de Facebook, algunos abogados han advertido que no es correcto publicar fotos de su paradero y quien lo haga puede exponerse a ser demandado.
«Una vez que un delincuente cumple su condena, tiene derecho a que lo dejen en paz y a llevar una vida normal, de lo contrario podría verse empujado a reincidir», informa Global News.