Las personas que padecen el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) a menudo descubren que sus pensamientos intrusivos van acompañados de «experiencias sensoriales», es decir, de cuasi alucinaciones que asocian alguna sensación física al pensamiento distorsionado que puede producir el trastorno. Ahora, los investigadores están empezando a entender esas sensaciones, y cómo podrían utilizarse para ayudar a tratar la enfermedad mental.
En un nuevo estudio, publicado en noviembre en la revista Clinical Psychology and Psychotherapy, los investigadores mostraron que parece haber un vínculo entre la fuerza de las compulsiones asociadas al TOC y las sensaciones físicas que vienen con ellas.
Por ejemplo, una persona podría sentirse sucia durante los pensamientos intrusivos sobre la contaminación, escribieron los autores. Yuna revisión de 2017 sobre los síntomas del trastorno, publicada en The Wiley Handbook of Obsessive Compulsive Disorders, señaló que los pacientes pueden sentir «sensaciones incómodas en la piel, los músculos u otras partes del cuerpo, como una picazón o una sensación de ardor que impulsa al paciente a realizar la compulsión hasta sentir… alivio.»
El nuevo estudio sugiere que la especificidad, la «riqueza» y la intensidad de estas sensaciones podrían desempeñar un papel en la forma en que las personas con TOC manejan sus síntomas.
Para entender lo que esto significa, hay que entender el TOC. La enfermedad mental no es el trastorno de hiperorganización o de retentiva anal que imaginan algunas representaciones culturales pop. Por el contrario, es una enfermedad de preocupación y comprobación. Las obsesiones y las compulsiones suelen ir juntas: Una persona puede obsesionarse con la idea intrusiva de que sus amigos y familiares mueran en un accidente de coche, y sentirse obligada a golpear todos los objetos de su frigorífico porque cree que así evitará que eso ocurra.
Las personas con TOC suelen saber que sus obsesiones y compulsiones son síntomas de una enfermedad mental, que no están relacionados con la causa y el efecto del mundo real, pero aun así tienen dificultades para controlarlas sin tratamiento.
En el nuevo estudio, los investigadores pidieron a las personas con TOC que respondieran a un cuestionario diseñado para comprender la fuerza de las obsesiones sensoriales en términos cuantificables.
Descubrieron que las personas que tenían más dificultades para controlar sus compulsiones también tendían a tener elementos sensoriales más fuertes relacionados con sus obsesiones, en comparación con los que tenían menos dificultades para controlar las compulsiones. Esto parecía ser especialmente cierto en el caso de las personas cuyas obsesiones se centraban en la limpieza y la contaminación personal, según el estudio.
En general, el estudio descubrió que los fuertes componentes sensoriales de las obsesiones también aparecían con más frecuencia en las personas con una imaginación muy vívida.
Un gran grupo de pacientes con TOC resultó experimentar sus pensamientos intrusivos como auditivos, llegando como voces susurradas, habladas o gritadas. Ese grupo de pacientes también tendía a experimentar sus pensamientos normales como «más fuertes» que la mayoría de la gente.
Los investigadores escribieron que el estudio ofrece más pruebas de que el vínculo entre las sensaciones y el TOC tiene mucho potencial para el tratamiento. Si las sensaciones fuertes hacen que los síntomas del TOC sean más difíciles de controlar, quizá los tratamientos basados en la reorientación de esas sensaciones -que ya están en las primeras fases de investigación- podrían ayudar a los pacientes a controlar mejor sus compulsiones.
Publicado originalmente en Live Science.
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