Tanto de lo que ahora es estándar en el hip-hop se puede remontar a la intervención del rapero de Nueva Orleans y jefe de la discográfica Lil Wayne: excentricidad del trap y Auto-Tune, tatuajes en la cara y niveles de calidad chisporroteantes. Tras el sorprendente lanzamiento de Eminem el mes pasado, el desconocido decimotercer álbum de estudio de Wayne demuestra que el flujo de este hombre de 37 años puede seguir siendo temible, aunque su función de edición siga siendo dudosa.
En estas 24 pistas, Wayne lo lanza todo a los algoritmos de Spotify: Trust Nobody apuesta por el cruce entre el rock y el rap, jugando con las coplas de los teléfonos con un gancho de Adam Levine de Maroon 5. Menos atractivo aún es el hecho de que Wayne cante a las guitarras él solo en Never Mind. De todas las sólidas colaboraciones de raperos que hay aquí, el fallecido XXXTentacion aparece sombríamente en Get Outta My Head, rapeando sobre la mala salud mental.
Las mejores son las pistas en las que ocurre algo realmente extraño. El crudo y gélido ritmo de Mama Mia hace que Wayne se convierta en una fiebre de deslumbrantes juegos de palabras rítmicos. Bastard (Satan’s Kid) ofrece una visión entrecortada de la educación de Wayne. Mientras que su entusiasmo por el consumo de drogas y la objetivación de las mujeres es casi pintoresco, Clap for Em es un bop de rebote de Nueva Orleans sexualmente explícito y tan lleno de vida que convierte el título del álbum en un sinsentido.