La gota es un tipo de artritis que puede implicar dolor e inflamación de una o más articulaciones. Según el Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel, hay 6 millones de adultos mayores de 20 años que han declarado tener gota.
La enfermedad se produce cuando el cuerpo produce demasiado ácido úrico o tiene problemas para eliminarlo. El ácido úrico es el resultado de la descomposición por el organismo de las purinas, que se encuentran en ciertos alimentos y bebidas. Normalmente se elimina del cuerpo después de disolverse en el torrente sanguíneo y pasar por los riñones. Si esto no ocurre, el ácido úrico se acumula en la sangre, y los cristales de ácido úrico pueden depositarse en las articulaciones o en los tejidos blandos, dando lugar a una artritis inflamatoria. La gota es más frecuente en los hombres adultos. El consumo excesivo de alcohol, una dieta rica y la presión arterial alta aumentan las posibilidades de padecer la enfermedad. Algunos medicamentos, como los diuréticos, la aspirina y la ciclosporina, también pueden desencadenar un ataque. Es posible tener niveles elevados de ácido úrico en la sangre y no desarrollar gota.
Síntomas
La gota, que se encuentra con mayor frecuencia en la articulación grande del dedo gordo del pie, también puede afectar a otras articulaciones, como las de las rodillas, los tobillos o las muñecas. El dolor articular intenso puede aparecer repentinamente junto con la hinchazón, que hace que la zona esté roja, morada o sensible. La gota suele ser episódica, pero puede volverse crónica. Según el Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel, la gota crónica suele desarrollarse a lo largo de años y puede suponer un daño articular permanente.
La exposición al plomo, los antecedentes familiares de gota y el sobrepeso aumentan el riesgo de padecerla. Comer alimentos ricos que contienen muchas purinas puede agravar la gota. Los alimentos ricos en purinas son las anchoas, el hígado, las judías secas, las salsas y los espárragos. Beber alcohol, especialmente cerveza, también puede aumentar la cantidad de ácido úrico en el cuerpo. El estrés es otro posible desencadenante de la gota.
Tratamiento
Los médicos pueden utilizar análisis de sangre y orina para determinar el nivel de ácido úrico de su cuerpo. También pueden analizar el líquido sinovial, realizar una biopsia sinovial o radiografiar las articulaciones para diagnosticar la gota. El tratamiento incluye medidas para reducir el dolor asociado a los ataques actuales, prevenir otros ataques y protegerle de los cálculos renales y los tofos, que son bultos que se desarrollan bajo la piel. Los antiinflamatorios no esteroideos como el ibuprofeno (Advil y Motrin) y Aleve suelen ser la primera línea de ataque. Evite la aspirina porque aumenta los niveles de ácido úrico. La colchicina puede prevenir futuros ataques de gota, por lo que el médico puede recetar una pequeña dosis de la misma para uso diario. Los corticosteroides, que pueden tomarse por vía oral o inyectarse, reducen la inflamación y se utilizan si no puede tomar antiinflamatorios no esteroideos o colchicina.
Puede ayudar a prevenir los brotes de gota evitando el alcohol y los alimentos grasos, como los aderezos para ensaladas, los alimentos fritos y los helados. No se atiborre de alimentos ricos. Lleve una dieta baja en alimentos con alto contenido en purinas. Si decide perder peso, asegúrese de hacerlo lentamente para evitar la aparición de cálculos renales de ácido úrico. La gota tiene un buen pronóstico, y las personas que padecen la enfermedad suelen ser capaces de llevar una vida normal y productiva si reciben el tratamiento adecuado.