La Batalla de Midway, librada sobre y cerca de la diminuta base estadounidense del centro del Pacífico en el atolón de Midway, representa el punto culminante estratégico de la guerra de Japón en el Océano Pacífico. Antes de esta acción, Japón poseía una superioridad naval general sobre Estados Unidos y normalmente podía elegir dónde y cuándo atacar. Después de Midway, las dos flotas enfrentadas eran esencialmente iguales, y los Estados Unidos pronto tomaron la ofensiva.
El comandante de la Flota Combinada japonesa, el almirante Isoroku Yamamoto, se dirigió a Midway en un esfuerzo por atraer y destruir las fuerzas de ataque de los portaaviones de la Flota del Pacífico de los Estados Unidos, que habían puesto en aprietos a la Armada japonesa en la incursión Doolittle de mediados de abril en las islas japonesas y en la batalla del Mar del Coral a principios de mayo. Planeaba derribar rápidamente las defensas de Midway, seguir con una invasión de las dos pequeñas islas del atolón y establecer allí una base aérea japonesa. Esperaba que los portaaviones estadounidenses salieran a luchar, pero que llegaran demasiado tarde para salvar Midway y con una fuerza insuficiente para evitar la derrota por su propia potencia aérea de portaaviones, ya muy probada.
La pretendida sorpresa de Yamamoto se vio frustrada por la superioridad de la inteligencia de comunicaciones estadounidense, que dedujo su plan mucho antes de que se iniciara la batalla. Esto permitió al almirante Chester W. Nimitz, comandante de la Flota del Pacífico de Estados Unidos, establecer una emboscada teniendo sus portaaviones preparados y esperando a los japoneses. El 4 de junio de 1942, en la segunda de las grandes batallas de portaaviones de la Guerra del Pacífico, la trampa fue tendida. La perseverancia, el sacrificio y la destreza de los aviadores de la Marina estadounidense, además de una gran dosis de buena suerte por parte de los norteamericanos, le costaron a Japón cuatro portaaviones de flota insustituibles, mientras que sólo se perdió uno de los tres portaaviones estadounidenses presentes. La base de Midway, aunque dañada por los ataques aéreos japoneses, permaneció operativa y posteriormente se convirtió en un componente vital en la ofensiva transpacífica estadounidense.