De vez en cuando, puede ser divertido pensar en los mitos marítimos y en cómo se originaron -¿quién no se ha preguntado si el Monstruo del Lago Ness podría ser realmente real, o si no había algún tipo de barco fantasma abandonado al acecho en el mar?
En el caso de uno de esos mitos -la presencia de sirenas- la historia de cómo surgió la leyenda es casi tan interesante como el propio mito. Siga leyendo para conocer el posible origen de una de las figuras más famosas de la tradición marítima.
El manatí -junto con su homólogo del Océano Pacífico, el dugongo- pertenece al orden de las sirenas. ¿Le suena este nombre? Suena mucho a sirena, una figura mitológica griega parecida a una sirena… y, como habrás adivinado, el homónimo del orden biológico.
Se han registrado avistamientos de manatíes confundidos con sirenas ya en el viaje de Cristóbal Colón a las Américas; de hecho, dijo que «no eran tan hermosos como se dice, pues sus rostros tenían algunos rasgos masculinos». Bueno, no es de extrañar… ¡no eran sirenas en absoluto!
Mirando hacia atrás, en realidad parece tener sentido que los manatíes y los dugongos fueran tomados a veces por sirenas y sirenos. Aunque los miembros del orden de las sirenas son mucho más grandes de lo que se esperaría de una sirena, su comportamiento lento y su proximidad a la superficie del agua podían crear fácilmente sombras que bailaban justo debajo del agua, lo que creaba una gran ilusión a los marineros desprevenidos. También se dice que estas criaturas se «paran» sobre sus colas en aguas poco profundas; desde una pequeña distancia, se podría considerar que se trata de una sirena que hace señas o saluda. La capacidad de estas criaturas para girar la cabeza también podría permitirles pasar por humanos desde una distancia suficiente.
Los isleños del Pacífico también veían rasgos humanos en el primo del manatí, el dugongo; la palabra en malayo significa «dama del mar», y en este país también se han encontrado dibujos rupestres de hace 3.000 años que representan a estas majestuosas criaturas.
¿Has visto alguna vez un manatí o un dugongo? ¿Qué opinas? ¿Hay alguna forma de confundirlo con una sirena?