Peligros de las vacunas
En nuestra sociedad actual, las vacunas son promovidas por muchos médicos y elegidas por muchos padres para sus hijos. Aunque fueron creadas para hacer el bien, también hay efectos secundarios indeseables que pueden ocurrir debido a una vacunación. Una gran cantidad de estudios e historias diferentes muestran que pueden producirse resultados perjudiciales con ciertas vacunas. El Comité del Instituto de Medicina ha descubierto que la seguridad de las vacunas que se recomiendan actualmente no ha sido totalmente probada2. Todavía hay algunas preguntas cuando se trata de este tema.
Algunos síntomas que pueden ocurrir después de recibir una vacuna incluyen hinchazón o enrojecimiento en el lugar de la inyección, urticaria o sarpullido, un estado de shock, llanto, fiebre, debilidad muscular, fatiga y parálisis2. Aparte de los efectos secundarios físicos y emocionales básicos como éstos, se dice que las vacunas están relacionadas con otras enfermedades y trastornos más graves. Se dice que el asma, el déficit de atención, el síndrome de Tourette, la epilepsia y el autismo están relacionados con las vacunas2.
Una vacuna específica en la que piensan los padres es la triple vírica. Abreviatura de «sarampión, paperas y rubeola», esta vacuna se creó para proteger a los niños contra esas enfermedades específicas. Los CDC recomiendan que los niños reciban esta vacuna en dos dosis entre los 12 meses y los 12 años3. Con el aumento de los TEA (trastornos del espectro autista) registrados desde que más niños reciben la triple vírica, los padres están empezando a ver una correlación entre el trastorno y el tratamiento1. Todas las vacunas que se administran y en las que confían los médicos también conllevan un riesgo, como todo. Este riesgo puede ir desde un ligero dolor hasta incluso la muerte, en algunos casos.
Elegir no vacunar
El CDC ya aconseja que las mujeres embarazadas no reciban la triple vírica, ya que puede dañar al bebé4 – esto en sí mismo debería ser una alarma de que esta vacuna y otras más podrían no ser la opción adecuada para usted y sus hijos. Antes de decidirte a inyectar a tus hijos, ten en cuenta los riesgos que corres. Podrías estar salvándolos de una enfermedad mortal, pero en cambio podrías estar exponiéndolos a una.