Peligros médicos de la bulimia
La bulimia puede ser una enfermedad mortal. Las tasas de mortalidad de los trastornos alimentarios varían mucho según los estudios, con fuentes que enumeran las muertes por anorexia nerviosa entre el 0,3% y el 10%. Un estudio bastante nuevo comparó los registros de personas que habían sido tratadas en clínicas especializadas en trastornos alimentarios con el Índice Nacional de Mortalidad. Los resultados de las tasas de mortalidad bruta fueron: 4% para la anorexia, 3,9% para la bulimia y 5,2% para el EDNOS (Crow, 2009).
Las causas más comunes de muerte súbita en la bulimia son el paro cardíaco o respiratorio, resultado de los desequilibrios electrolíticos por la purga excesiva. Los electrolitos, que son minerales presentes en la sangre -como el potasio, el cloruro y el sodio-, ayudan a mantener un ritmo cardíaco regular, así como el funcionamiento de los músculos que permiten al corazón bombear y a los pulmones respirar. Cuando estas sustancias químicas se agotan debido a la purga -a menudo agravada por la pérdida de peso y el consumo excesivo de agua- puede producirse una arritmia cardíaca (latidos irregulares). Dado que esto puede provocar la muerte súbita, es importante realizar análisis de sangre para controlar los electrolitos, y recibir tratamiento médico si están mal. Este peligro se resuelve cuando se restablece la salud y la nutrición adecuadas.
Las causas menos comunes de muerte en la bulimia incluyen el atragantamiento, la rotura del esófago o del estómago y el suicidio. La insuficiencia renal es otro posible efecto secundario potencialmente mortal del bajo nivel de potasio prolongado (Mehler, 2010).
Los síntomas gastrointestinales pueden ser consecuencia de los vómitos o del abuso de laxantes. Los síntomas gastrointestinales más comunes derivados de los vómitos son el reflujo ácido severo que causa inflamación del esófago y acidez, regurgitaciones espontáneas y dolor en el pecho. El estreñimiento o la diarrea (o ambos), los gases, la hinchazón, los calambres abdominales, la deshidratación y la presencia de sangre en las heces son consecuencia del uso de laxantes. Además, el intestino inferior puede perder el tono muscular, volviéndose flácido e incapaz de producir contracciones.
Los problemas orales y dentales se producen con frecuencia debido a los vómitos. Entre ellos se incluyen la erosión del esmalte dental y las consiguientes caries o pérdida de dientes, inflamación de las encías, dolor de garganta, sequedad de boca y dificultad para tragar.
Las personas con bulimia también pueden tener las manos y los pies fríos y desarrollar callosidades en el dorso de la mano por el roce con los dientes al inducir el vómito (llamado «signo de Russell» en honor a Gerald Russell, un psiquiatra británico que escribió el primer artículo académico sobre la bulimia nerviosa en 1979). Otras complicaciones potencialmente graves son las hemorragias internas, la pancreatitis, los periodos menstruales irregulares o la ausencia de los mismos, el deterioro de la fertilidad, la pérdida de masa ósea que conduce a la osteoporosis, la pérdida de masa muscular y las alteraciones cerebrales.
Algunos bulímicos utilizan jarabe de ipecacuana, detergentes u objetos extraños para inducir el vómito; todos ellos son extremadamente peligrosos. La ipecacuana, un líquido de sabor horrible, se utiliza para tratar a las víctimas de envenenamiento y su abuso puede provocar tanto debilidad muscular como un paro cardíaco (Mickley, 1999; Mitchell, 1997).
Se han documentado algunas afecciones médicas como factores de riesgo para los trastornos alimentarios, aunque sólo podemos especular sobre el mecanismo. Entre ellas se encuentran: la diabetes mellitus, la fibrosis quística, las enfermedades inflamatorias del intestino, como la enfermedad de Crohn, y la mononucleosis. Por cierto, hasta una de cada tres chicas adolescentes y mujeres jóvenes con diabetes mellitus de tipo 1 manipulan a propósito las dosis de insulina para perder peso, una práctica compartida en Internet y llamada «diabulimia». Esto conduce a un mal control de los niveles de azúcar en la sangre, asociado al desarrollo de complicaciones diabéticas, como la ceguera y la insuficiencia renal, en pocos años (Bock, 1999; Yager, 2007; Zerbe, 1995).
Es difícil, si no imposible, saber qué bulímicas tienen mayor riesgo de desarrollar alguna de estas condiciones específicas. Ciertamente, cuanto más tiempo continúe la bulimia, mayor será el riesgo de daño acumulativo. Sin embargo, incluso alguien que sólo ha empezado a purgarse se enfrenta a la posibilidad de sufrir graves consecuencias físicas, incluso la muerte.
Reproducido con permiso de Bulimia: Una guía para la recuperación
De Lindsey Hall y Leigh Cohn
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