El 24 de mayo de 2012 se lanzó la cápsula Dragon de SpaceX y, al hacerlo, se convirtió en el primer vehículo construido comercialmente que se acopló a la Estación Espacial Internacional (ISS) y transportó carga. Completó con éxito su misión y regresó al Océano Pacífico el 31 de mayo de 2012.1 El acoplamiento de Dragon representó un momento histórico en el que una empresa comercial consiguió lo que hasta entonces sólo habían logrado los gobiernos. «En la historia de los vuelos espaciales, solo cuatro entidades han lanzado una cápsula espacial a la órbita y la han devuelto con éxito a la Tierra: Estados Unidos, Rusia, China y SpaceX».2 Aunque se trata de un logro monumental para la industria privada, no podemos ignorar el valor de las asociaciones público-privadas y el papel que desempeñó el gobierno para hacer posible este increíble logro.
En este artículo examinaré cómo las asociaciones público-privadas están permitiendo el desarrollo de la industria espacial comercial, visto a través de la lente del Marco Híbrido Institucional de Rethinking Business presentado por los profesores de la Universidad de Oxford Marc Ventresca y Alex Nichols en su curso Rethinking Business MBA. Pretendo demostrar que el argumento de la NASA frente al espacio comercial es una falsa dicotomía y que sólo trabajando juntos pueden ambos sectores seguir ampliando los límites de los viajes y la exploración espaciales. Para ello, primero hablaré de cómo surgió la asociación entre la NASA y SpaceX y el razonamiento que la sustenta. A continuación, analizaré qué es una asociación público-privada (APP), en comparación con otros planes de privatización del gobierno, y explicaré por qué los Acuerdos de la Ley Espacial son significativamente diferentes de todo lo que se ha hecho anteriormente. A continuación, analizaré el impacto de estos acuerdos y esbozaré sus beneficios para demostrar el valor que crean, especialmente en áreas de creación de valor mutuo y desarrollo económico.