Hace más de 50 años, se produjo un incendio en una mina bajo la pequeña ciudad de Centralia, Pennsylvania. Algunos dicen que fue causado por un montón de basura que encendió las brasas del pozo, pero nadie lo sabe con certeza. Se intentó apagar el fuego, con un gasto de unos 7 millones de dólares, pero finalmente se suspendieron los esfuerzos. En la década de 1980, el fuego subterráneo se había extendido y los gases peligrosos empezaron a filtrarse en las casas de la gente.
En aquel momento había unos 1.000 residentes viviendo en unas 400 o 500 casas en Centralia. El gobierno decidió que sería más conveniente desalojar a los residentes de la ciudad que gastar el dinero para apagar el fuego.
Ahora sólo quedan unos seis moribundos en la montañosa ciudad del carbón. Las calles están vacías y desnudas. Quedan muy pocas casas en pie y el fuego subterráneo sigue ardiendo. No queda casi nada en Centralia, excepto una iglesia blanca con una cúpula azul que se eleva por encima de los árboles.
Cuando comenzó el incendio, había cinco iglesias en el pueblo. Una a una fueron desapareciendo, pero en 1986, en plena crisis, el arzobispo Stephen Sulyk ordenó un reconocimiento. El equipo de inspección descubrió que bajo la iglesia católica ucraniana de la Asunción de la Santísima Virgen María había roca sólida, no carbón. Así, el edificio se salvó.
En 2015, el jefe de la Iglesia católica ucraniana, el arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk, encabezó una peregrinación a la curiosa iglesia de Pensilvania mientras estaba de gira por Estados Unidos, y le siguieron más peregrinaciones.
Ahora la estructura rescatada es la única iglesia que queda en Centralia y uno de los únicos edificios. Los antiguos residentes vuelven a Centralia para asistir a los servicios en la iglesia, donde el párroco Michael Hustko ofrece rosquillas y café a los feligreses después, porque no hay ningún otro lugar al que ir.
Mientras tanto, aunque el gobierno dice que el fuego podría arder durante 100 años más, algunos lugareños no creen que suponga una amenaza en absoluto. La iglesia católica ucraniana de la Santísima Virgen María sigue en pie sobre sus sólidos cimientos de roca como símbolo de resistencia y firmeza. El padre Hustko cree que durará más que él.