Los muy ancianos (mayores de 80 años) tienen un nivel relativamente alto de discapacidad y dependencia, y se ha informado de que esto es un problema mayor en las mujeres. Por lo tanto, se ha propuesto que la prolongación de la vida de los muy ancianos, especialmente de las mujeres muy ancianas, puede tener pocos beneficios. Sin embargo, hay muy pocas pruebas que sugieran que el aumento de la supervivencia conduzca a una mayor prevalencia de la discapacidad a una edad determinada. Las medidas preventivas que prolongan la vida parecen posponer tanto la morbilidad como la mortalidad. Además, hay pocas pruebas fiables de que una mujer mayor sea más dependiente que un hombre de la misma edad. También se sugiere que existe un «tope» en la supervivencia y, por tanto, debemos concentrarnos en prevenir la morbilidad y comprimirla en los últimos años de vida. Nos planteamos si los ancianos se acercan o no a un «tope» de supervivencia y pensamos que no. Llegamos a la conclusión de que la medicina preventiva en los ancianos debe tener como objetivo prolongar la supervivencia y prevenir la morbilidad. No se sabe si la morbilidad se puede prevenir más que la mortalidad o viceversa. El concepto de comprimir la morbilidad al final de la vida es un concepto atractivo, pero faltan datos que apoyen esta idea.