- ¿Qué es el gas de esquisto y cuánto hay en el mundo?
El gas de esquisto es una forma de gas natural (principalmente metano), que se encuentra bajo tierra en la roca de esquisto. Se clasifica como «no convencional» porque se encuentra en el esquisto, una formación rocosa menos permeable que la arenisca, la limolita o la caliza en las que se encuentra el gas «convencional», y generalmente se distribuye en un área mucho mayor. No fluye fácilmente.
En 2015, la cantidad total de reservas técnicamente recuperables de gas de esquisto no probadas se estimó en 214,6 billones de metros cúbicos (tcm), en 46 países.
Se espera que el gas de esquisto represente el 30% de la producción mundial de gas natural en 2040.
- ¿Cómo se extrae el gas de esquisto mediante fracturación hidráulica (‘fracking’)?
La fracturación hidráulica -conocida comúnmente como fracking- es el proceso utilizado para extraer el gas de esquisto. Se perforan agujeros profundos en la roca de esquisto, seguidos de perforaciones horizontales para acceder a más reservas de gas, ya que las reservas de esquisto suelen estar distribuidas horizontalmente en lugar de verticalmente. A continuación, se bombean a alta presión fluidos de fracturación que contienen arena, agua y productos químicos en los agujeros perforados, para abrir fracturas en la roca y permitir que el gas atrapado fluya a través de las fracturas hasta los pozos de recogida. A partir de ahí, se canaliza para su uso comercial. Las tasas de recuperación del gas de esquisto son mucho más bajas que las del gas convencional.
- ¿Cuáles son los principales impactos ambientales de la fracturación hidráulica?
En EE.UU., hay algunas pruebas anecdóticas de agua contaminada por metano debido al fracking. En el Reino Unido, el riesgo de contaminación del suministro de agua se considera relativamente bajo, dada la distancia entre los acuíferos y la profundidad a la que se realiza el fracking. Los expertos sugieren que es más probable que la contaminación del agua se produzca por vertidos en el suelo o por grietas en los pozos que permitan fugas -riesgos a los que se enfrentan todas las extracciones de petróleo y gas- y que se pueden tomar medidas preventivas. El fracking requiere cantidades relativamente grandes de agua y, por tanto, la extracción de agua podría tener un impacto en los suministros a nivel local.
Aunque el gas de esquisto emite niveles más bajos de gases de efecto invernadero cuando se quema que el carbón, existe la preocupación de que la extracción de gas de esquisto pueda socavar los compromisos sobre el cambio climático si sustituye el uso de energías renovables. Además, es posible que se produzcan algunas fugas de metano durante la extracción de gas de esquisto, por lo que es necesario realizar un seguimiento y unos controles minuciosos.
Otras preocupaciones se refieren a los impactos en la comunidad local por la posible contaminación acústica, el aumento del tráfico por carretera (debido al movimiento de camiones), los daños al entorno natural y el espacio necesario para los lugares de perforación.
- ¿Puede la fracturación hidráulica provocar terremotos?
Una evaluación independiente realizada por la Royal Society y la Real Academia de Ingeniería del Reino Unido en 2011 concluyó que la extracción de gas de esquisto en la que se bombean grandes cantidades de agua bajo la superficie podría, en principio, provocar pequeños terremotos en determinadas condiciones, pero que era poco probable que provocaran daños. El informe señalaba que el riesgo de actividad sísmica era mayor cuando existían fallas pretensadas -identificadas como las que se produjeron en el yacimiento de Preese Hall, en Lancashire (Reino Unido)-, por lo que recomendaba un mapeo continuo de las fallas para identificar los lugares de alto riesgo que debían evitarse.
Enero de 2018