El republicanismo es una teoría de gobierno que enfatiza la participación de los ciudadanos para el bien común de la comunidad. Las responsabilidades y los deberes de los ciudadanos son primordiales, y el ciudadano ejemplar subordina fácilmente los intereses personales a los públicos. En contraste con el liberalismo, que se ocupa principalmente de los derechos personales y privados de los individuos, el republicanismo hace hincapié en los derechos y obligaciones públicas de los ciudadanos para cooperar en apoyo de su comunidad.
Las características esenciales del republicanismo son las creencias o supuestos sobre las relaciones de los individuos, la comunidad y el gobierno, incluyendo las siguientes ideas:
- las necesidades de la comunidad se consideran superiores a las reivindicaciones del individuo,
- los ciudadanos están obligados a participar amplia y cooperativamente en los asuntos públicos,
- la identidad cívica común es primordial sobre las identidades diversas y particulares,
- la unidad política y cívica se valora más que la diversidad o el pluralismo en la comunidad,
- los ciudadanos son iguales en sus deberes, responsabilidades y derechos,
- la participación de los ciudadanos es el medio para la responsabilidad en el gobierno y para la realización personal,
- la soberanía popular es el fundamento del buen gobierno,
- el buen gobierno lleva a cabo la voluntad general del pueblo,
- todos los ciudadanos son capaces de autogobernarse,
- todos los ciudadanos son capaces de tener virtudes cívicas y están obligados a cultivarlas,
- el buen gobierno republicano depende de la continua participación cívica y política de los ciudadanos virtuosos.
El republicanismo tiene sus raíces en las ideas políticas y cívicas de la antigüedad clásica, tal y como se expresaban y practicaban en las ciudades-comunidades de Grecia y en la República de Roma. Estas ideas revivieron durante la época del Renacimiento en Europa occidental, especialmente en las repúblicas urbanas del norte de Italia, como Florencia, Génova y Venecia. Los principales filósofos franceses de la Ilustración europea, como Montesquieu y Jean-Jacques Rousseau, también propusieron ideas políticas republicanas.
En cambio, la filosofía política del liberalismo, basada en la primacía de los derechos individuales garantizados por la Constitución, es claramente moderna. Entre los formuladores de las ideas políticas liberales durante y después de la época de la Ilustración destacan los filósofos políticos ingleses John Locke y John Stuart Mill.
Los fundadores de los Estados Unidos de América combinaron las ideas del republicanismo y del liberalismo en su establecimiento de un gobierno constitucional diseñado para garantizar los derechos inherentes e inalienables de los individuos. La época de los fundadores produjo una teoría híbrida de republicanismo liberal que se desarrolló en la república democrática de los Estados Unidos de América y posteriormente influyó en la difusión mundial de la democracia representativa y constitucional.
Los defensores del modelo participativo de democracia hacen más hincapié en el republicanismo que en el liberalismo, pero ambos sistemas de pensamiento político tienen cabida en sus ideas sobre el buen gobierno. Por el contrario, los defensores del modelo liberal de democracia reconocen la importancia de la participación política y cívica para el bien común, pero la subordinan a los derechos personales y privados de los individuos.
Existe un debate permanente entre los promotores de la democracia representativa y constitucional sobre la mezcla adecuada de estas dos corrientes de pensamiento político en las instituciones de gobierno y la vida pública de los ciudadanos.
Por John Patrick, Understanding Democracy, A Hip Pocket Guide (Oxford University Press)