Todas las relaciones sexuales y de pareja son fruto de prejuicios, ficciones y mitos. Desgraciadamente, por culpa del sistema patriarcal en el que (de momento) sufrimos, los enlaces entre personas con genitales femeninos todavía son objeto de sexualización. Hemos hablado con dos mujeres que mantienen encuentros sexuales y/o una relación con otra personas del mismo sexo, con el objetivo de romper todas las suposiciones que se hacen sobre ellas. Empezaremos por la más conocida de todas: la famosa postura de la ‘tijereta’.
Estamos completamente seguras de que alguna vez lo has oído, o incluso te has llegado a plantear si es es la única posición de disfrute durante los encuentros sexuales entre mujeres. Aquí tienes la respuesta.
Pandora tiene 28 años. Lleva un año con su chica y es su primera relación lésbica. Respecto a este mito, contesta con rotundidad que es una falacia. Además, añade que «no es una postura exclusiva de las lesbianas. Yo he mantenido sexo heterosexual y, al final, es un tema de roce. Es verdad que con una mujer se produce un contacto, pero no es ni mucho menos la única manera de dar placer».
Julia tiene 22 años, es lesbiana, está soltera y nunca ha estado con un chico. Opina exactamente lo mismo que Pandora: «Hay muchas más posturas para hacer en la cama. Incluso consideraría que esta en particular es bastante fría. Existen muchísimas otras que se practican con más regularidad. No es la posición en la que se copula».
No obstante, la afirmación anterior sobre Julia respecto a que nunca ha estado con un chico, también genera muchísimos mitos. Por ejemplo, el que reza la necesidad de un pene para considerarse una relación sexual completa o haya placer. Para empezar, es importante señalar que el sexo no es solo penetración, sino cualquier contacto sexual consentido con otra persona.
Ni a los hombres se les ha educado en la empatía ni a las mujeres en descubrir su placer femenino.
«Esto es causado por la pobre educación sexual existente, añadido a un serio falocentrismo regente en la sociedad. Se dice que las relaciones son incompletas o insatisfechas si no existe la figura de un hombre. O en su defecto, un pene. Es mentira. El problema reside en que a los hombres no se les ha educado en la empatía ni a las mujeres en descubrir su placer femenino. Todo es fruto del machismo. Fíjate que, si hablamos de sexo entre dos hombres, no encontramos este problema porque sí hay penetración. Además, si preguntamos a nuestras abuelas, posiblemente pocas de ellas hayan disfrutado del sexo. Las educaron para que sus maridos se desfogaran (si no lo harían con otras) y procrear», explica Pandora.
Julia va un poco más allá y asegura que se puede conseguir muchísimo placer estimulando el clítoris e introduciendo los dedos en la vagina, sin necesidad de que haya un pene de por medio. «Y con pene me refiero a, tanto natural, como de plástico», aclara.
Otro prejuicio consecuente del machismo (y probablemente el que más moleste) es el que afirma que mantener relaciones con mujeres es una fase o que lo hacen por no haber practicado sexo con un hombre.
«Es un comentario que falta bastante al respeto. Sobre todo a las personas trans. Yo nunca he tenido relaciones con un chico y sé que a mí me gustan las mujeres por otros tantos motivos, que no tienen nada que ver con qué tienen entre las piernas. ¿Si probara con un chico dejaría de ser lesbiana? Lo dudo. Solo hay que ver la realidad de la sociedad: muchas chicas heterosexuales abren su mente, prueban con otras chicas y les gusta más», sentencia Julia. Incluso compara la nombrada ‘fase’ con el anterior manual de trastornos mentales existente: «Me recuerda mucho a cuando la homosexualidad se consideraba una enfermedad».
En el caso de Pandora, ha mantenido relaciones heterosexuales toda la vida «y ahora estoy enamorada de una mujer. Conozco chicas que siempre han sabido que les gustaban las mujeres y no han estado con ningún hombre. Y si lo han hecho ha sido por presión social», añade.
La misma sociedad que crea esa presión es la que piensa que, por gustarte las chicas, tienes que comportarte de una manera más ‘masculina’. O lo que se entiende socialmente por ello. «Este estereotipo se titula mujer con pelo corto, descuidada y camisa de leñador. Está basado en esa obsesión por encontrar explicación a lo que se sale de la norma. Se intenta justificar la figura del hombre y la forma es diciendo que una de las dos cumple con ese rol masculino», dice Pandora.
No siempre tiene que llevar una los pantalones y otra la falda.
Y es que, como también explica Julia, no debemos olvidar que una sociedad está compuesta por todo tipo de personas y, dentro de eso, cada uno tiene sus gustos y preferencias: «Hay chicas a las que les gustan más las mujeres ‘masculinas’ y a otras las ‘femeninas’. ¡Al igual que ocurre en las relaciones hetero! Cada uno tiene su prototipo y es en lo que se fija. No siempre tiene que llevar una los pantalones y otra la falda. Ese comentario es horrible y machista».
En definitiva, todos los mitos que sufren las mujeres del colectivo LGTBI+ son a causa del machismo patente en nuestra sociedad. Es más, si ponemos sobre la mesa la realidad de que el primer contacto que los hombres tienen con el sexo (recuerda, no solo consiste en penetración) es a través del porno, podemos dar por sentado que la imagen que representan los vídeos eróticos entre mujeres dista mucho de la realidad. «Está todo muy exagerado. Las posturas están destinadas al placer masculino y siempre que utilizan juguetes sexuales lo hacen pensando en cómo lo harían con ellos», critica Julia.
«Al estar creado para consumo masculino es más brusco, menos cuidado, más estereotipado. Parecen muñecas. Vale que todo es cuestión de gustos, pero el porno feminista concebido por mujeres tiene un hilo conductor. Más preliminares y menos bestialidad. El reto es que haya una representación de los gustos e intereses femeninos, con mujeres detrás de las cámaras», concluye Pandora.
Si todo esto te ha ayudado a resolver algunas de tus dudas, ¡bien! Si ya conocías la respuesta a estos mitos sobre el sexo entre mujeres, es el momento de abrir la mente a todas aquellas personas que todavía se cargan de prejuicios.