Los antagonistas de los receptores H1 de la histamina (antihistamínicos) son una clase importante de medicamentos que se utilizan para el alivio de los síntomas comunes asociados a las condiciones hiperhistamínicas que se producen en niños y adultos. Este grupo de fármacos puede subdividirse en 3 clases, o generaciones, en función de su propensión a inducir sedación y cardiotoxicidad. Los antihistamínicos de primera generación (clásicos) son muy eficaces en el tratamiento de los estados hiperhistamínicos. Sin embargo, suelen inducir sedación y pueden afectar negativamente a la capacidad de aprendizaje del niño. Se ha descrito que la sedación inducida por los antihistamínicos de primera generación se produce en más del 50% de los pacientes que reciben dosis terapéuticas. No es habitual que se produzcan efectos adversos graves tras una sobredosis de antihistamínicos de primera generación, aunque se han descrito efectos adversos potencialmente mortales. Cuando se introdujeron los llamados antihistamínicos de «segunda generación», la terfenadina y el astemizol, fueron ampliamente aceptados y utilizados rápidamente por los médicos de todas las especialidades, incluidos los pediatras, como alternativas no sedantes a los compuestos de primera generación. Estos nuevos agentes resultaron ser igual o más eficaces que los antihistamínicos de primera generación a la hora de aliviar los síntomas asociados a los estados hiperhistamínicos sin los efectos soporíferos de los agentes de primera generación. Desgraciadamente, después de aproximadamente 10 años de uso clínico generalizado, se describieron informes preocupantes de disritmias potencialmente mortales, en concreto torsades de pointes. Se ha demostrado que tanto la terfenadina como el astemizol inhiben in vitro varios canales iónicos, y en particular el canal de potasio rectificador de salida retardada en el miocardio, lo que predispone al corazón a sufrir disritmias. La potencial cardiotoxicidad de los antihistamínicos de segunda generación, que pone en peligro la vida del paciente, llevó a la búsqueda de agentes no cardiotóxicos y no sedantes. La loratadina, la fexofenadina, la mizolastina, la ebastina, la azelastina y la cetirizina son los primeros antihistamínicos de tercera generación. Estos fármacos han demostrado ser eficaces con pocos efectos adversos, incluyendo la ausencia de interacciones farmacológicas metabólicas mediadas por el citocromo P450 o la prolongación del intervalo QT/disritmias cardíacas clínicamente relevantes. El tratamiento adecuado de una sobredosis de antihistamínicos depende de la clase de compuesto que se haya ingerido. No existe un antídoto específico para la sobredosis de antihistamínicos y el tratamiento es de apoyo, en particular para las ingestas de compuestos de primera generación. La ingestión de dosis excesivas de terfenadina o astemizol requiere atención médica inmediata. Los niños que ingieren accidentalmente dosis excesivas de un compuesto de tercera generación pueden ser tratados adecuadamente en casa. Sin embargo, los pacientes que ingieren grandes cantidades (aproximadamente >3 a 4 veces la dosis diaria terapéutica normal) deben recibir atención médica. Estos pacientes deben ser vigilados durante 2 ó 3 horas después de la ingestión y los pacientes que ingieren cetirizina deben ser advertidos sobre el potencial de sedación. La disponibilidad de compuestos antihistamínicos de nueva generación ha aumentado claramente la eficacia clínica y la tolerancia de los pacientes a una clase de fármacos ampliamente prescritos. Estos avances también han ido acompañados de una mejora de los perfiles de seguridad, especialmente en el caso de la sobredosis de antihistamínicos de tercera generación.