Por Vidya Hattangadi
Alfred Adler creó la «teoría de la personalidad» que llamó «psicología individual» porque creía que las personas son únicas y cada una requiere un tratamiento diferente. Adler siguió inicialmente las enseñanzas de Sigmund Freud, pero se desconectó tras un desacuerdo. La teoría de Freud dice que el comportamiento humano está impulsado por el sexo. La «teoría de la personalidad» de Adler dice que la base del comportamiento humano es superar los sentimientos de inferioridad. Esta es la diferencia fundamental entre las teorías de Freud y de Adler.
La terapia adleriana es una terapia psicodinámica a corto plazo, orientada a objetivos y positiva, basada en las teorías de Adler, quien centró buena parte de sus investigaciones en los sentimientos de inferioridad frente a los de superioridad en las personas; además de la cantidad de obstáculos que uno enfrenta en la vida. También observó que cada uno anhela un sentido de pertenencia en su propia comunidad y sociedad. Según Adler, los sentimientos de inferioridad pueden dar lugar a un comportamiento irracional. Pero, en el entorno adecuado, un individuo puede estar motivado para luchar por un mayor éxito. La terapia adleriana se centra en cómo la personalidad individual está interconectada con la sociedad en general.
Utilidad de la teoría: La terapia adleriana es útil en cualquier tipo de trastorno psicológico o enfermedad mental. Esta terapia puede utilizarse en combinación con otros enfoques terapéuticos como el asesoramiento perspicaz, la musicoterapia o la terapia artística, según se adapte mejor a las necesidades de los individuos implicados. El enfoque adleriano puede emplearse con niños, adolescentes, adultos, individuos, parejas, familias y organizaciones empresariales.
La terapia se aplica en cuatro etapas: compromiso, evaluación, insight y reorientación.
Compromiso: El terapeuta debe ser empático con el cliente; debe hacer que éste se sienta cómodo para que se sienta seguro y pueda abrirse o desahogar sus problemas. El cliente y el terapeuta comienzan a establecer una relación terapéutica. La relación debe consistir en un trabajo en equipo para abordar los problemas del cliente. El terapeuta debe ofrecer apoyo. Adler puso énfasis en conocer el orden de nacimiento del cliente entre sus hermanos y los recuerdos de la primera infancia del cliente. El orden de nacimiento se refiere al orden en que nace un niño en su familia; por ejemplo, el primogénito, el segundo o el más joven. A menudo se cree que el orden de nacimiento tiene un efecto profundo y duradero en el desarrollo psicológico.
Evaluación: Un enfoque común de la evaluación en esta terapia consiste en evaluar el estilo de vida del cliente. En esta fase, el terapeuta trabaja para conocer mejor los antecedentes del cliente, incluidos los primeros recuerdos y la estructura y dinámica familiar. En esta parte de la terapia, el terapeuta intenta comprender cómo el cliente puede haber desarrollado ciertos estilos de creencias que ya no le son útiles.
Insight: El terapeuta ayuda al cliente a ver la situación desde una perspectiva diferente. El terapeuta hace que el cliente comprenda los significados de su estilo de vida, la moral y los objetivos que necesitan una nueva perspectiva, y cómo el cliente necesita cambiar el patrón de pensamiento/comportamiento disfuncional o defectuoso. Se emplean el método socrático de hacer preguntas y el método estocástico (de adivinación aleatoria, es decir, imprevisible). El enfoque socrático es una forma de diálogo cooperativo entre individuos, basado en hacer y responder preguntas para estimular el pensamiento crítico y sacar ideas y suposiciones subyacentes.
Reorientación: En esta etapa, el terapeuta sugiere a su cliente que tome medidas para reforzar las ideas recién desarrolladas. A menudo, el cliente aprende más sobre sus capacidades y fortalezas desconocidas. Ocurre muy a menudo que aprendemos sobre nuestras capacidades a través de otros. De hecho, en ocasiones, encontramos un buen consejero en un amigo, hermano, padre, vecino, profesor, etc. En esta etapa, el terapeuta anima al cliente a realizar cambios, a desarrollar valor, a alterar algunos hábitos para superar el pensamiento/hábito defectuoso.
¿En qué ayuda la terapia adleriana? Se centra sobre todo en replantear las actitudes, creencias y elecciones de estilo de vida que bloquean el éxito de las personas. El terapeuta se centra en el enfoque en el que el cliente alcanza efectivamente los objetivos deseados. Uno de los principios básicos de la terapia adleriana es que el comportamiento individual debe explorarse en el contexto de la sensación de «encaje» del cliente en su comunidad y en la sociedad en general. En algunos casos, esto se extiende al orden de nacimiento y al modo en que el papel que uno desempeña en la familia afecta al desarrollo de su personalidad y a sus futuras relaciones. Esta terapia funciona bien en escuelas, clínicas, corporaciones y otros entornos comunitarios, lo que ayuda a proporcionar un sentido de pertenencia y respeto para todos. Esta terapia funciona especialmente bien con la orientación positiva.
¿Qué cualificaciones requiere un terapeuta adleriano? Es un psicoterapeuta licenciado con un máster o un doctorado, y con formación especializada o experiencia en un enfoque adleriano. Si buscas esta terapia, debes hablar con el posible terapeuta; pregúntale si adopta un enfoque adleriano para el tratamiento. Una vez establecido que un terapeuta tiene las credenciales y la experiencia que usted busca, es importante asegurarse de que se siente cómodo trabajando con ese terapeuta. Es posible que otros profesionales, como médicos, enfermeras, profesores o consejeros, también incorporen los principios adlerianos en su trabajo.
La base de la terapia adleriana: La inferioridad es un sentimiento que los seres humanos tienen desde que nacen. Crecen siendo dependientes de sus padres y en gran medida les influye la forma en que son tratados por sus cuidadores. Los niños se forman según lo que sus padres piensan de ellos. Más tarde, reciben la influencia de los profesores, los hermanos, los vecinos, etc. Cuando emprenden una carrera, sus compañeros, jefes y colegas les influyen. Cada individuo intenta «encajar» en las normas sociales. Nos sentimos motivados si la mayoría de las personas de nuestra vida piensan positivamente de nosotros. Si recibimos comentarios negativos, nuestro complejo de inferioridad se consolida más. Es un impulso humano para superar la inferioridad y convertirse en superior.
El autor es un pensador de gestión y blogger
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