Los trastornos hemorrágicos son un grupo de afecciones que se producen cuando la sangre no puede coagularse adecuadamente. Como resultado, las personas con trastornos hemorrágicos experimentan hemorragias prolongadas después de una lesión, menstruación, traumatismo o cirugía y, en muchas situaciones, dependiendo de la gravedad, hemorragias espontáneas en las articulaciones, los músculos u otras partes del cuerpo.
La coagulación inadecuada es el resultado de defectos en los componentes de la sangre, como las proteínas de la coagulación y/o las plaquetas. El organismo produce 13 proteínas de coagulación diferentes, también llamadas factores de coagulación. Si falta alguno de estos factores de coagulación o no funciona correctamente, puede producirse un trastorno hemorrágico. Los trastornos hemorrágicos son bastante raros, y algunos de ellos, como la hemofilia, pueden ser congénitos (hereditarios) o adquiridos. Los trastornos hemorrágicos congénitos están causados por defectos o daños en los genes y están presentes al nacer. Pueden ser heredados o aparecer debido a una mutación genética. Los trastornos hemorrágicos adquiridos son los que se desarrollan después del nacimiento o aparecen espontáneamente en el individuo.
El tratamiento varía, dependiendo de la afección y su gravedad. Para algunos trastornos hemorrágicos, existen tratamientos que pueden tomarse en casa para prevenir o tratar las hemorragias. Con la educación y el tratamiento adecuados, las personas con trastornos hemorrágicos pueden llevar una vida plena y productiva.