La vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Todas cosas maravillosas, y todas garantizadas por la Constitución de los Estados Unidos. Son derechos tan importantes, con un alcance tan amplio, que a veces pensamos que todo lo que hacemos entra dentro de ellos.
No conducir.
Conducir es un privilegio, no un derecho. Oímos esto una y otra vez, pero no siempre lo asimilamos. La gente se queja después de un DUI que su «derecho» a conducir ha sido tomado sin el debido proceso porque fueron suspendidos automáticamente.
¿Qué significa que la conducción es un privilegio?
- Es el resultado de un acuerdo que usted firmó, no su ciudadanía. Cuando naces en Estados Unidos o te naturalizas, tienes automáticamente los derechos recogidos en la Constitución y la Carta de Derechos. Puedes tener propiedades, no puedes ser encarcelado sin juicio ni registrado sin una orden judicial o una causa probable. Esos, y otros derechos constitucionales, son suyos simplemente por ser ciudadano. Pero para obtener los privilegios de conducir, tienes que firmar un acuerdo que estipula cuáles son tus obligaciones de antemano, y pasar las pruebas requeridas.
- Se requieren ciertas habilidades y comportamiento. No es necesario saber la letra de la decisión de Miranda para tener los derechos de Miranda, pero sí hay que saber cambiar de carril y aparcar en paralelo para poder conducir.
- Se puede revocar. Ciertamente, debe haber un proceso antes de que te quiten el privilegio, y los tribunales y los legisladores están debatiendo constantemente ese proceso. Pero el hecho es que ciertas acciones permitirán a las autoridades retener el privilegio de conducir, o imponer límites o restricciones tales como un bloqueo de encendido para un DUI.
¿Qué pasa con mis derechos humanos?
De vez en cuando alguien saca a colación el artículo 13 de la Declaración de Derechos Humanos de la ONU, que garantiza a toda persona la libertad de movimiento dentro de un Estado. Esa declaración no tiene nada que ver con el modo de viajar, que los estados y países pueden regular como quieran. De hecho, el Tribunal de Apelación de Estados Unidos dictaminó, en 1999, que no existe un «derecho fundamental a conducir». Se puede seguir viajando en un coche o un camión a cualquier lugar que se desee, siempre que conduzca alguien con una licencia adecuada.
Los estadounidenses tienen más problemas con la idea de conducir como un privilegio porque la conducción es una parte vital de la vida en este país. Pero es porque la conducción está tan arraigada en la vida estadounidense que hay que hacerla lo más segura posible. Eso significa otorgar licencias a los conductores y garantizar que se mantengan sobrios y concentrados en las carreteras.